Escocia y Gales 2002

Después de dejar Edimburgo con tanta pena, volví a España donde pasé tres largos meses en los que no podía dejar de pensar en esta maravillosa ciudad y todo lo que allí había dejado. Tenía la idea de hacer un largo viaje por Europa con el dinero que había ahorrado y pensé que quizás podría volver a Edimburgo para pasar un mes antes de empezar mi gran epopeya. Con sólo pensarlo volvió a mi la sonrisa, no había cosa que más quisiera que volver allí. Así que me compré un billete de avión a Edimburgo y decidí que buscaría un trabajo temporal para mantenerme allí durante el mes que iba a pasar. Durante aquellos días aproveché también el tiempo para ver algunos sitios más que no conocía o asistir a nuevos eventos en la ciudad. Además tuve la oportunidad de viajar en Gales durante tres días.

El regreso a Edimburgo

El 25 de abril un avión me trajo de nuevo a mi querido Edimburgo. Cuando me marché de aquí, nunca pensé que regresaría tan pronto, pero es que no podía olvidar esta ciudad y todo lo que viví en ella. Ya lo dije en una ocasión, Edimburgo tiene algo que atrapa, que hace que no te quieras ir, y si te vas, seguro que quieres volver. Y mira que me mantuve entretenida en España, pues en ese tiempo viajé a Barcelona, Zaragoza, Granada y Sierra Nevada, y hasta hice un voluntariado de un par de semanas en Donaña, además de salir al campo a hacer senderismo o ver aves cada fin de semana cuando estaba en Madrid. Pero dio igual, yo no me olvidaba de Edimburgo, y estar de nuevo viviendo con mis padres se me hacía insoportable.

Cuando bajé del avión y puse los pies en tierra escocesa, sentí una sensación vertiginosa que me recorría de pies a cabeza. De nuevo en Escocia, era como volver a casa, así lo sentía yo. Después del paréntesis en España, el sueño continuaba un poco más, y ya no me sentía tan mal por mi equivocada decisión de marcharme en enero. En el autobús de camino a la ciudad, mi emoción iba en aumento según nos acercábamos al centro. Cuando vi de nuevo Princes St y el imponente castillo, se me saltaron las lágrimas de emoción. No paraba de repetirme que estaba en Edimburgo, tratando de estar lo más despierta posible. Nunca me había sentido tan feliz de volver a un lugar.

Al llegar, me estaba esperando Gordon, mi casero, que iba a enseñarme algunos pisos donde tenía sitio. En mi antiguo piso sólo estaba libre la litera de arriba de la habitación donde yo estaba, y como era muy incómoda, pensé que mejor intentaría irme a otro piso. Me quedé en un piso donde tenía que compartir habitación con tres chicas australianas, pero apenas pude dormir en toda la noche, no dejaba de pensar en mi antiguo piso. Finalmente le pedí a Gordon que me llevara allí, aunque tuviera que dormir en la incómoda litera de arriba. Cuando llegué al piso, allí estaba Jacky, la última australiana que entró estando yo todavía allí. Después conocí a Beni, una italiana que entró poco después de marcharme yo, y dos horas más tarde llegó Jezabel, qué alegría volverla a ver. Debajo de mi dormía Sarah, otra de las australianas que ya estaba antes, con la que yo no me llevaba muy bien, pero el destino quiso que nos volviéramos a encontrar tiempo después en otro lugar y las cosas cambiaran. Además ahora había dos chicos en la casa: Cyril, un francés de la Bretaña, y Donegan, un irlandés de Cork.

El sábado fui con Jezabel y Beni a ver un castillo en la región de los «Borders», cerca de la frontera con Inglaterra. El castillo se llamaba Tantallon Castle y estaba cerca del pueblo North Berwick (East Lothian). Se trata de un castillo de mediados del S.XIV que se yergue imponente en el promontorio de un acantilado en el Estuario de Forth frente al Mar del Norte y la isla de Bass Rock. Fue construído por William Douglas, conde de Angus, y sirvió como fortaleza señorial por más de tres siglos. Fue escenario de violentas luchas y soportó frecuentes cercos a causa de su posición estratégica. Es considerado como el último gran castillo construido en Escocia, y se caracteriza por sus ciclópeas paredes de piedra y altas y gruesas torres cilíndricas. La situación del castillo en aquel acantilado, le hacía realmente hermoso. Las vistas desde allí eran espléndidas y abajo el mar agitado hablaba de otros tiempos que el castillo vivió. Hacía mucho frío y el viento soplaba fuerte, pero nosotras disfrutamos mucho de aquel lugar.

Paisaje desde Tantallon Castle

Nosotras en Tantallon Castle


Cuando volvimos a casa nos encontramos a Cyril, el francés, que nos preguntó si queríamos salir a los pubs con él. Era todo un personaje, muy alto y delgado, con pelo negro atado siempre en una coleta y gafas. Me contó que era profesor de bretón en Francia pero que decidió dejarlo todo para viajar. Había recorrido gran parte de Europa haciendo auto-stop y había estado una temporada en Irlanda aprendiendo gaélico antes de venir a Edimburgo. Le gustaba mucho la música celta, como a mi, así que era una de nuestras conversaciones más habituales. Iba a salir con él aquella noche pero entonces me llamó Julian, el australiano con el que estaba, que acababa de llegar de Turquía, así que fui a verle.

El lunes fui a buscar trabajo. Fui a la agencia para la que trabajaba Jezabel, especializada en trabajos de catering. Conseguí que me dieran algunos días de trabajo en IKEA, pero no era suficiente. Volví a Kelly Services, pero claro, el chollo de trabajo de grabadora de datos ya no me lo volvieron a ofrecer, y lo único que me ofrecieron fue trabajar en housekeeping (camarera de pisos) en un hotel. El trabajo allí era muy duro y tenía que ir a la carrera para que me diera tiempo terminar de limpiar todas las habitaciones asignadas, y más de una vez no me dio tiempo. Encima la jefa echaba broncas tremendas si algo no estaba del todo limpio o si iba retrasada. Cuánto echaba de menos el trabajo de grabadora de datos, ya me lo decía mi amigo Komma, que no lo dejara. En cambio el trabajo de IKEA estaba mejor y más entretenido, y la agencia me llamó para algunos otros sitios durante aquel mes. Una vez me llamaron para trabajar en el jardín botánico donde había que prepararlo todo para una boda que se iba a celebrar y otra vez fui a una residencia de ancianos donde estuve trabajando en el office.

El último día de abril por la noche se celebraba una gran fiesta en Edimburgo, en concreto en Calton Hill, el festival pagano de Beltane. Para los celtas, la noche de Beltane marcaba el comienzo de la temporada de verano pastoral, cuando se llevaba al ganado a los pastos de las montañas. La palabra Beltane viene de «Bel-tinne», el fuego del dios celta de la luz. Por eso esa noche los celtas hacían fuegos en las colinas. En Beltane también se celebra la unión del Dios y la Diosa, se celebra el amor en todas sus manifestaciones y la alegría de vivir. Es también la festividad de la fertilidad, cuando la primavera alcanza su pleno esplendor. En Calton Hill llevan ya años celebrando este festival y se está convirtiendo una celebración muy popular en Edimburgo. Suben allí con antorchas y hacen hogueras que iluminan la colina. Rituales paganos y danzas se realizan al ritmo de los tambores, y multitud de voluntarios disfrazados dan vida a pintorescos personajes como los hombres azules, el hombre verde, las guerreras blancas y la reina de mayo. Contemplar aquello es impresionante, le pone a uno la piel de gallina; en verdad que el paganismo aún está muy vivo en Edimburgo, y es que la energía que hay aquí da pie a que continúe.

Festival de Beltane en Calton Hill

Festival de Beltane en Calton Hill


Aparte de trabajar, en aquellos días también aproveché para visitar de nuevo algunos de los sitios que más me gustaban de Edimburgo como Holyrood Park y el jardín botánico. También volví a ir al cine que tanto me gustaba, el Cameo, donde vi algunas buenas películas de cine independiente, y que estaba en mi calle, Home Street. Este cine es el más antiguo de Escocia  y fue fundado en 1914 como King’s Cinema. También había otro cine al que me gustaba ir, el Odeon, en Lothian Road, pero allí íbamos más a tomar té, y se había convertido casi en una tradición.

A las dos semanas de estar yo en el piso, Jacky, la australiana, se marchó, así que me quedé con su cama en la habitación de Jezabel, mucho mejor que la que tenía. Se iba a las Islas Shetland (un sitio que me quedó pendiente en Escocia donde quiero ir algún día) a hacer un voluntariado con focas durante varios meses. Jacky era bióloga, como yo, y recuerdo que cuando llegó al piso a finales del año pasado, acababa de llegar de Estados Unidos donde había hecho un viaje de 3 meses recorriendo los parques nacionales. Me enseñó las fotos, qué maravilla, ese es un viaje que yo quiero hacer algún día también, aunque no sé si podré hacerlo durante tanto tiempo.

Llegó el día de mi cumpleaños y lo celebré en Bongo club donde esa noche había músicas del mundo. Lo pasamos genial bailando música india, aquello era una oportunidad que pocas veces había, así que la aprovechamos bien. Todos se fueron llendo y al final me quedé sólo con Jezabel que se encontró con unos amigos suyos y nos quedamos con ellos hasta las tantas. Cuando llegamos a casa eran las 4:30 de la mañana y tenía tanta hambre que decidí desayunar. Dos horas más tarde me tenía que ir a trabajar al hotel. Después del trabajo apenas pude descansar porque me fui con Julian a cenar tres horas más tarde para celebrar mi cumpleaños. Luego fuimos a Caledonian Brewery a un ceilidh, y como no era para menos, él se puso su kilt o falda escocesa (sin nada debajo como es tradición). Caledonian Brewery era la cervecería más antigua de la ciudad, fundada en el S.XIX, y allí se celebraba cada sábado uno de los mejores ceilidhs de Edimburgo. Yo ahora me pregunto como podía llevar este ritmo de vida, pero el caso es que lo aguantaba; había que aprovechar al máximo cada momento en Edimburgo.

Viaje a Gales (18-21/05/2002)

Julian y yo queríamos ir a Gales y decidimos alquilar un coche. Nos dejaron un mapa de carreteras y sin nada planificado nos pusimos en marcha. El día que salimos de Edimburgo era frío y lluvioso. Yo iba de copiloto, pendiente del mapa, para indicarle a Julian qué carretera debía tomar en cada momento. Cogimos la carretera de Glasgow y de ahí fuimos a Carlisle, Lancaster y Liverpool. En Liverpool hicimos nuestra primera parada. Se trata de una ciudad portuaria importante, situada al este del estuario del río Mersey, y que ha tenido gran importancia en el comercio marítimo mundial. Actualmente es el segundo puerto del Reino Unido en volumen de exportaciones tras Londres. Se ha convertido en destino turístico por ser la ciudad de los Beatles y por el equipo de fútbol del Liverpool. Fuimos a dar una vuelta por Albert Dock, muelle de Liverpool, que es un conjunto de edificios y almacenes portuarios que datan de 1846, y es la primera construcción británica realizada con hierro, ladrillo y piedra sin madera en la estructura. Es uno de los lugares con más atracciones turísticas de la ciudad, como el museo de los Beatles llamado «The Beatles Story» o el museo marítimo, además de contar con numerosos bares y restaurantes.

Después nos adentramos en el norte de Gales donde pensábamos pasar la noche. El primer pueblo de Gales donde paramos fue Llandudno, un pueblo costero muy bonito, en Conwy County Borough. Es el centro turístico costero más grande del Reino Unido y como atracción turística cuenta con el famoso Great Orme que es una prominente piedra caliza donde había unas minas de cobre. Hay un funicular turístico para subir hasta arriba pero nosotros decidimos intentarlo con el coche. La verdad que daba miedo por la pendiente que tenía la carretera, parecía que el coche se iría para atrás en cualquier momento, pero al final llegamos. Desde allí pudimos contemplar las maravillosas vistas. Corrí colina bajo hacia el mar, el viento golpeándome fuertemente en la cara, sintiendo la fuerza de los elementos en aquel lugar. Me tumbé luego en el suelo un rato, conectándome con la energía que allí había. Luego bajamos a la playa a dar un paseo.

Cogimos el coche de nuevo, pasamos por Bangor y paramos en Caernarfon, famoso por su espléndido castillo, el cual fuimos a visitar. Este castillo fue construido a partir de 1283 por el rey inglés Eduardo I como medio de lograr la sumisión de los galeses tras su conquista del principado. El castillo fue utilizado en 1911 para la investidura del nuevo Príncipe de Gales, futuro Eduardo VIII de Inglaterra, y este acto volvió a repetirse para la investidura de Carlos de Inglaterra, en 1969.

Pasamos la noche en el pueblo de Llanberis, al pie del monte Snowdon, en el famoso Parque Nacional de Snowdonia. Después de un enorme desayuno (huevos, champiñones, «bins» con tomate, salchichas, patatas, frutas, zumo, cereales, té, tostadas y croissanes) en el B&B donde dormimos, nos pusimos en camino hacia la montaña Snowdon, que con una altura de 1085 m, era el pico más alto de Gran Bretaña fuera de Escocia. Dejamos el coche en el aparcamiento y empezamos a caminar. No llegamos a la cumbre, ni siquiera a la mitad del camino. Las condiciones meteorológicas eran malas y además no teníamos tiempo. Lo poco que vimos merecía la pena, el paisaje era una maravilla. Después cogimos el coche de nuevo para ir a Gwydir Forest, un importante bosque de esta región donde abundan los lagos. Seguimos hasta el pueblo de Betws-Y-Coed, en el valle del río Conwy, de donde parten numerosas rutas para visitar el entorno. Hay algunas cascadas cercanas como las de Conwy y Swallow, pero no tuvimos tiempo de ir a verlas.

Fuimos a pasar la noche en Cardigan, en el oeste de Gales, en la península de Pembrokeshire. Allí destacan la Bahía de Cardigan, el castillo y las montañas Cambrians. Al día siguiente fuimos a St David’s, un precioso pueblecito costero, y de ahí a Whitesands Bay, una extensa playa de arena en el parque nacional costero de Pembrokeshire. Terminamos en Nolton Haven, donde había muchas casitas de vacaciones junto a la playa. Después seguimos por una carretera muy estrecha junto a la costa y luego ya por otra más ancha que nos llevó hasta Cardiff, capital oficial de Gales. En la ciudad hay un puerto y un castillo, pero no tuvimos tiempo de ver mucho; sólo paramos a comer y poco más.

De ahí nos encaminamos al norte del país. Pasamos por Birmingham, Manchester y Leeds, para llegar a Newcastle a eso de las 10 de la noche. Fue curioso estar en Newcastle otra vez, no había pasado aún un año desde que me fui de allí, pero me parecía como si hubiera pasado mucho más tiempo. Caminar por sus calles de nuevo era una sensación extraña. Queríamos dormir en el coche porque teníamos que irnos al amanecer; Julian tenía que llegar temprano a Edimburgo para ir al trabajo. Se me ocurrió que podíamos dormir en St Nicholas Park, junto a la oficina de mi querido Northumberland Wildlife Trust, la organización donde el año pasado hice mis prácticas. Así lo hicimos y al amanecer nos fuimos a dar un paseo por el parque antes de continuar hasta Edimburgo. Eran las 5:30 de la mañana cuando dejamos Newcastle. Tardamos casi 3 horas en llegar a Edimburgo porque había mucho tráfico. Por desgracia no tengo fotos para poner en el blog porque hice casi todas en diapositiva y estas no las puedo escanear.

A continuación pongo dos mapas: uno es del recorrido que hicimos para ir a Gales desde Edimburgo y volver, y en el otro aparece el recorrido más detallado que hicimos en Gales.



Últimos días en Edimburgo (21-28/05/2002)

Estuve muy ocupada preparando mi viaje por Europa. Reservé un tour por Europa de la agencia australiana Busabout llamado hop-on hop-off, que consistía en un itinerario con una serie de paradas donde uno podía bajarse y volver a coger el autobús cuando quisiera (parecido al tour de MacBackpackers). Era muy popular entre los australianos, por eso me enteré, y pensé que sería más cómodo que hacer todo el viaje por mi cuenta. También iba a hacer parte del viaje a mi aire, en concreto en Escandinavia, pero allí contaría con la ayuda de un amigo noruego que me acompañaría un tiempo.

Uno de mis últimos días de trabajo fue muy divertido. Me llamaron de la agencia de catering para trabajar en Holyrood Palace con los cocineros de la reina de Inglaterra, ya que ella estaba pasando unos días allí. Los cocineros fueron muy simpáticos y agradables conmigo, y me hicieron sentir muy cómoda. Me enseñaron con paciencia el trabajo que tenía que hacer y estuvieron pendientes de mi en todo momento. Además eran muy bromistas y divertidos, la verdad que me lo pasé genial. Cuando salía de allí había una banda de gaiteros tocando para la reina que iba a llegar de un momento a otro.

El 25 de mayo fui con Julian al famoso Ozzfest, festival de rock organizado por el famoso roquero Ozzy Osbourne, que tendría lugar en las Midlands de Inglaterra. Cogimos un autobús que salía de Edimburgo a la 1 de la madrugada para llegar allí por la mañana temprano. Salían tres autobuses llenos en total, y al llegar allí vimos muchos más autobuses de todas las partes del país. En el autobús conocimos a David, un chico español que trabajaba en la misma empresa de Julian (el primero que conocí que no trabajaba en hostelería) y en 7 meses que llevaba en Edimburgo hablaba un inglés perfecto. Claro que en eso algo tuvo que ver que tenía una novia australiana y es que éste no era de los que sólo se junta con españoles. Estuvimos todo el día y parte de la noche de concierto en concierto, y fue divertido aunque no conocía a la mayoría de las bandas. Allí había gente de todo tipo de pintas posibles y con pelos de todos los colores. El tiempo estuvo cambiante todo el rato, de soleado a nublado, y a veces caían tremendos chaparrones. Al final el suelo estaba tan embarrado que era difícil caminar sin resbalarse. El último concierto fue el de Ozzy Osbourne, al que yo entonces no conocía. Al terminar el concierto nos fuimos a buscar nuestro autobús y nos costó Dios y ayuda encontrarlo entre tantos autobuses de todas partes que había por allí. Cuando subimos éramos los últimos y llevaban un rato esperándonos; menos mal que David se dio cuenta y dijo que nos esperasen.

Después del festival nos pasamos casi todo el día durmiendo y luego tuve que preparar el equipaje porque ya me marchaba de Edimburgo para comenzar mi gran viaje por Europa. Esta vez sí era la despedida definitiva, aunque para mi fue más dramática la primera, y emocionalmente fue aquella la que sentí como la última. No pensaba volver en Edimburgo en mucho tiempo, ahora me apetecía explorar más lugares del mundo. También es cierto que mucha de la gente con la que yo había estado en Edimburgo se irían marchando a lo largo de aquel año, y posiblemente si quisiera volver el próximo año, ya no quedaría casi nadie, lo cual sería muy triste. Así quedaba atrás Edimburgo, Escocia, Gran Bretaña… y todo lo que viví en estas tierras.

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