Yo estaba planificando un viaje a Nepal para aquel verano pero no salió por falta de gente para el grupo. No estaba dispuesta a quedarme en Madrid en verano, así que busqué un plan B, que resultó ser… Polonia. ¿Por qué decidí irme allí? Apenas conocía Europa del Este y este era uno de los pocos países de esta parte del mundo que me atrevía a visitar sola (aunque a última hora una amiga se unió a parte de mi viaje), además de ser el que más me atraía por lo que había escuchado de él. Primero busqué una granja orgánica donde hacer voluntariado a través de la organización WWOOF, y encontré una interesante ecoaldea donde realizaban terapia homa (ciencia de sanación ayurvérdica). Allí estuve como voluntaria casi tres semanas, y después me fui a las famosas montañas Tatras donde pasé varios días realizando numerosas rutas de senderismo. También visité la famosa ciudad de Cracovia, con su preciosos edificios medievales y escenario del terrible holocausto nazi. Allí estuve en casas de couchsurfers, incluso una de ellas, me llevó a pasar un fin de semana a la granja de caballos de un amigo. Estuve todo el tiempo en la provincia de Malopolska, ya que prefería concentrarme en una única región y conocerla bien, que tratar de ver todo el país rápidamente.
Llegué allí un 3 de agosto, un día de mucho calor. En el aeropuerto me esperaban algunos miembros de la ecoaldea. Fuimos a Cracovia a hacer algunas compras y a comer algo en un restaurante vegetariano, y después emprendimos el largo camino hasta la ecoaldea donde iba a hacer voluntariado. Este lugar se llamaba Bhrungu Aranya Farm, y además de ser una granja era una comunidad espiritual. No sólo trabajé en la huerta cada día, lo cual disfruté muchísimo, sino que también me introdujeron en el mundo de la terapia Homa y el Agnihotra, me enseñaron las meditaciones, mantras y todo el ritual de fuego que les acompaña. También aprendí varios remedios de plantas medicinales y el que más utilizaba era la infusión de ortigas que bebía cada día. Allí vivían polacos y algunas personas de otros países (Inglaterra, México y Estados Unidos), además de un voluntario brasileño que se estaba quedando un tiempo largo. Yo vivía en una caravana que me prestaron durante las casi tres semanas que estuve, la primera vez en mi vida que vivía en una caravana. La ecoaldea estaba cerca del pueblo de Jordanow, un lugar apacible y pequeño que en sí no era muy bonito, pero el paisaje que lo rodeaba le daba más atractivo. Aquí os dejo algunas fotos de la ecoaldea y sus alrededores.
Además de ir a Jordanow en algunas ocasiones, durante el tiempo que estuve en la ecoaldea pude visitar un par de lugares más. Uno de ellos fue el lago de Jezioro Czorsztynskie, al que fui invitada a pasar el día de cumpleaños de uno de la comunidad junto con su familia. Allí hay dos castillos aunque no pudimos visitar ninguno de ellos. El otro sitio fue el parque nacional de Babia Gora. Allí fui con Ariel, el voluntario brasileño, y un couchsurfer polaco y su amiga. Íbamos a hacer senderismo pero fue imposible porque al poco tiempo de empezar la ruta se puso a llove a mares. Nos metimos en un refugio de montaña muy grande que allí había a esperar que parase la lluvia, pero no paró en todo el día y allí nos quedamos, una pena. Aún así me alegro de haber podido conocer un poquito de este lugar.
El día 20 de agosto fue mi último día en la ecoaldea, y por la tarde cogí un tren al precioso pueblecito de Zakopane, en las montañas Tatra. Me acompañó el voluntario Ariel, que decidió tomarse unos días libres para conocer un poco más del país en el que ya llevaba tres meses. Fue una suerte contar con su compañía pues no me apetecía nada irme sola a hacer senderismo por las montañas. Zakopane me encantó, pueblecito con muchas casas de madera típicas, muy turístico también, pero sobre todo mucho turismo de montaña.
Además tuvimos la suerte de que en esas fechas se celebraba un festival internacional de danzas folclóricas que ofrecía actuaciones gratuitas durante una semana del mes de agosto. A mi encantan este tipo de danzas así que disfruté de lo lindo. En las fotos de abajo podéis ver algunas de las actuaciones; la primera es de la danza tradicional de la zona de Zakopane con sus famosos trajes típicos.
Después de un par de días disfrutando de Zakopane y su ambiente, Ariel y yo nos fuimos dos días a explorar las montañas Tatra. Primero cogimos un autobús has Kuzuice, lugar desde donde empiezan casi todas las rutas. Compramos un mapa donde venían todas las rutas del parque nacional marcadas con distintos colores. La verdad que entre el mapa y todas las señales del camino con sus respectivos colores, era muy fácil seguir las rutas y casi imposible perderse. La ruta que hicimos fue a Kasprowy Wierch, donde había un teleférico, y de ahí al pico Swinica. Fue larga y dura pero subir al pico mereció mucho la pena por las vistas. De ahí fuimos a dormir un refugio y llegamos allí casi de noche totalmente agotados.
Al día siguiente Ariel se fue temprano porque quería estar de vuelta en la ecoaldea por la mañana. Yo decidí quedarme para explorar un poco los alrededores. Allí había un lago muy bonito llamado Czamy Staw Gasienicowy, del que os pongo una foto. Era un día radiante de sol y calor de los que pocos hubo aquel verano en Polonia (casi siempre llovía). Fue un paseo más tranquilo que el del día anterior y pude descansar largo rato en varios lugares de la ruta, disfrutando de la increíble naturaleza que me rodeaba.
Después de aquello me fui a pasar unos días a Cracovia, donde estuve esperando a mi amiga Susana que venía a unirse a mi viaje por unos días. El día que llegó del aeropuerto, fui a esperarla a la estación de autobuses y ya directamente nos fuimos en un autobús a Zakopane. Nos alojamos en el mismo albergue donde había estado anteriormente y en cuanto dejamos las cosas nos fuimos al festival.
Al día siguiente nos fuimos a hacer el descenso de río Dunajec, en el parque nacional de Pienny. De camino visitamos el castillo de Niedzica aunque no entramos en él (este era uno de los castillos que estaba cerca del lago de Jezioro Czorsztynskie. Por fin llegamos al río donde los balseros nos esperaban con sus trajes típicos para llevarnos por el río en sus balsas.Tuvimos un día de lujo en el que no dejó de brillar el sol en todo momento. Nuestro balsero contaba muchas cosas en polaco y no nos enterábamos de nada, aunque un chico que sabía un poco de inglés a veces nos traducía algo.
Después del paseo en balsa, nos llevaron al pueblo para comer. Ya de vuelta a Zakopane paramos a visitar la famosa iglesia de madera de Debno. El resto del día lo pasamos en el festival de folk montañés de Zakopane. Vimos una actuación muy larga del grupo de Zakopane, en la que cantaron, bailaron distintos bailes (incluso uno con hachas) y representaron varias escenas de la vida campesina de la zona.
Al día siguiente fuimos a visitar el centro de interpretación del parque nacional de las Tatra por la mañana, y allí nos encontramos una pareja de español y polaca que nos dieron consejos de lugares para visitar en la zona. Visitamos algunos sitios más de Zakopane, entre ellos un mercado muy curioso, y para terminar volvimos al festival aunque hoy no estuvo tan bien, quizás por ser el último día. Por la tarde empezó a ponerse lluvioso y cada vez iba a peor. Al día siguiente nos íbamos de senderismo a las montañas Tatra y no nos apetecía nada tener que caminar bajo la lluvia.
Al día siguiente salimos del albergue en dirección a Kuznice para empezar a caminar en las Tatra. Toda la mañana estuvo muy cambiante, a ratos lluviosa y a ratos soleada. Caminamos hasta Strazyska Polana, lugar donde empezaba la ruta que queríamos hacer hasta la cascada de Siklawica. Se puso a llover muy fuerte al poco rato de empezar la ruta y ya no paró en todo el día. Nos acercamos a la cascada aunque no la disfrutamos mucho con tanta lluvia.
Después de la cascada, queríamos ir al refugio de Ornak, pero era una caminata larga y nos daba miedo hacerla con tanta lluvia. Al final decidimos arriesgarnos, a pesar de que algunos polacos que encontrábamos en el camino nos aconsejaban no continuar. Llegó un momento en que éramos las únicas en los caminos, la niebla lo cubría todo y yo empecé a tener miedo de que os perdiéramos. La verdad que eso era difícil ya que los caminos estaban muy bien señalizados, pero sí hubo un par de veces que tuvimos dudas de por donde seguir. También me daba miedo de que apareciera un oso en cualquier momento, pues allí hay osos. Cuando llegamos a la Dolina Koscieliska ya estábamos más tranquilas, llovía un poco menos e incluso vimos algunos senderistas. El camino era más fácil y sólo había que seguir el curso de río. Cuando llegamos al refugio estábamos absolutamente empapadas y congeladas, parecía como si estuviésemos en pleno invierno. Fue genial ducharse, comer algo y descansar en aquel refugio de madera donde había muchos otros senderistas.
Al día siguiente el tiempo mejoró. Caminamos hasta la Dolina Chocholowska con paisajes muy bonitos todo el rato, y al final llegamos al pueblo de Kiry.
Desde allí cogimos el autobús a Zakopane, fuimos al albergue donde comimos algo y nos cambiamos. Más tarde cogimos un autobús a Polana Palenica, desde donde teníamos que andar 10 km por carretera hasta el lago Morskie Oko, lugar donde estaba el albergue donde nos queríamos alojar. Por suerte, cuando llevábamos 4 km de camino, encontramos una oficina de turismo y allí preguntamos si había sitio en el albergue. Nos dijeron que estaba lleno, así que nos tuvimos que quedar en el refugio de Roztoki que estaba cerca de allí. El refugio era pequeño y metido enmedio del bosque, así que no nos importó tanto el inesperado cambio de planes.
Al día siguiente empezamos a caminar a las 6 de la mañana y llegamos al lago Morskie Oko (ojo de mar es la traducción) para desayunar. Después hicimos la ruta de alrededor del lago, de ahí tomamos un camino al lago Czarny Staw pod Rysamy (un lago cercano un poco más pequeño) y de ahí un camino que ascendía al pico Risy, el más alto de las Tatra. Empezamos a subir un poco pero no sabíamos si llegar hasta el final porque no teníamos mucho tiempo. De repente empezó a chispear y decidimos bajar porque aún nos quedaba un largo camino por recorrer. Muy arriba veíamos algunos senderistas avanzando poco a poco por un camino zigzagueante. Hicimos el camino de vuelta al albergue de Morskie Oko muy rápido para que no nos pillara la lluvia. Unos amenazantes nubarranos cubrían el pico Risy y otras montañas cercanas.
Después emprendimos el camino que lleva al Valle de los cinco lagos, uno de los sitios más bonitos de las Tatra de Polonia. Desafortunadamente el tiempo fue empeorando cada vez más, y entre lluvia y niebla, nos perdimos las increíbles vistas que hay en este camino. Cuando llegamos al refugio de Pieciu Stawow, junto al lago Wielki Staw Polski, ya estábamos mojadas y con mucho frío. Lo peor es que aún nos quedaba un largo camino hasta Polana Palenica donde teníamos que coger el autobús. Estuvimos un rato en el refugio comiendo y descansando, y después contiúamos. Por el camino pasamos junto a la cascada de Siklawa, la más alta de las Tatra, pero apenas se veía nada por la niebla. Fue una pena que se nos estropeara el tiempo así en la zona más bonita de las Tatra, nunca imaginé que nos iba a llover tanto en Polonia. Luego bajamos a un bosque muy bonito y la lluvia aminoró un poco. Al llegar a la carretera empezó a llover con fuerza lo que convirtió los últimos kilómetros en una auténtica pesadilla.
Cuando llegamos a Zakopane el tiempo estaba horrible, parecía pleno invierno. No íbamos a poder subir a Gubalowka desde donde se veían las mejores vistas de las Tatra, y además las predicciones del día siguiente eran aún peor. Por ello decidimos comprar el billete de autobús a Cracovia para irnos temprano por la mañana. Cuando llegamos tuvimos que viajar hasta la casa de la couchsurfer que nos iba a alojar, lo cual se convirtió una odisea hasta que conseguimos dar con ella.
Al día siguiente como llovía a mares, decidimos no caminar en la ciudad y mejor visitar las famosas minas de sal de Wieliczka, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1978. Se tratan de las minas de sal más antiguas del mundo y han sido explotadas sin interrupción desde el siglo XIII hasta el día de hoy. Tienen una profundidad de 327 m y una longitud de más de 300 km de túneles con cámaras. Hay una capilla con hermosas figuras esculpidas, Capilla de St. Kinga, una impresionante sala de 54 metros de longitud. El recorrido turístico tiene 3,5 kilómetros de galerías con 22 cámaras, y hasta lagos subterráneos, y se pueden ver herramientas de los mineros que allí trabajaban, además de algunas esculturas hechas por los mineros en bloques de sal. El microclima especial de las minas se aprovecha para el tratamiento de enfermedades respiratorias, por ello algunos hospitales llevan allí a sus enfermos. Hay que bajar en un ascensor largo rato y luego la guía te lleva al recorrido turístico. Para ir en autobús, tienes que ir a la parada de Galería Krakowska y la línea que debéis tomar es la 304; tarda unos 45 minutos en llegar.
Al día siguiente el tiempo seguía lluvioso. Decidimos ir al Castillo de Wawel para visitarlo por dentro ya que fuera era imposible visitar nada con aquel tiempo. El castillo se encuentra sobre la Colina de Wawel junto a la orilla del río Vístula. Es uno de los símbolos de la ciudad de Cracovia y visita obligada.
El tiempo cambio al día siguiente, salió el sol y decidimos hacer la visita guíada de la ciuadad. Salía a las 12 del mediodía de la catedral de St Mary, y era gratuita (sólo se pagaba donativo). Una polaca muy simpática y apasionada de la historia de su país, nos llevó por el casco histórico y visitamos sitios como Rynek Glwny, Florianska Gate, Planty Park, la casa del Papa Juan Pablo II, etc. El tour terminó en el Castillo de Wawel y allí vimos la estatua del dragón que echaba fuego por la boca. La verdad que Cracovia es una ciudad muy medieval y muy bonita, y merece la pena pasar varios días para verla bien.
Una hora después la misma guía hacía una visita guíada en el barrio judío y decidimos ir también. Me sorprendió lo mucho que sabía la guía sobre la historia de los judíos, hasta que nos confesó que estaba cursando estudios judíos en la universidad. Fuimos a Kazimierz, lugar donde los judíos crearon su propia ciudad cuando fueron expulsados de Cracovia. Nos hablaron del holocausto nazi en el que muchos judíos fueron exterminados; al parecer Cracovia fue una de las ciudades que más sufrió el holocausto, y yo no lo sabía. La guía nos contó historias muy tristes y desagradables que nos pusieron lágrimas en los ojos a más de uno. Nos llevaron a varias sinagogas, a la fábrica de Schindler (el de la famosa película), y terminamos en la plaza del guetto, donde ocurrieron de las peores cosas que os podáis imaginar. Después de aquello volvimos a casa de la couchsurfer, un poco tristes por todas aquellas historias. Ella nos llevó a cenar a un restaurante y a tomar algo, lo cual nos animó y nos hizo olvidarnos un poco de todo lo que habíamos escuchado.
Al día siguiente, 3 de septiembre, mi amiga Susana se marchaba de vuelta para Madrid. A mi quedaban cuatro días más para disfrutar de Polonia, y además fueron días donde lució el sol casi todo el tiempo. Aquella mañana paseé por el casco histórico otra vez, despediéndome de cada sitio. También entre de nuevo al famoso mercado para hacer algunas compras.
Por la tarde me despedí de la couchsurfer y fui al lugar donde me esperaba la nueva, con la que iba a pasar los días que me quedaban en Polonia. Por cierto que las dos se llamaban Magda, un nombre muy común en este país.
El plan que me ofreció Magda era muy apetecible, nos íbamos a pasar el fin de semana a un pueblecito donde un amigo suyo tenía una granja de caballos. Este pueblecito se llamaba Muszyna. El sábado estuvimos montando a caballo casi todo el día, me llevaron a sitios muy bonitos y lo pasé muy bien. Eso sí, ellos tenían una experiencia y destreza montando a caballo que distaba mucho de la mía, además que yo tenía bastante miedo por una mala experiencia que tuve hace unos años en una ruta a caballo en Ecuador. Ellos fueron muy amables y comprensivos conmigo y me ayudaron a vencer mi miedo, así que al final fui capaz de hacer la ruta y ver sitios muy bonitos que de otro modo no habría visto.
Además de los caballos, ese fin de semana fue una experiencia de inmersión cultural total pues estuve sólo con polacos y aprendí mucho de su cultura y forma de ver la vida. Mi couchsurfer hablaba perfectamente español porque había vivido varios años en España, y ella me traducía lo que decían los demás. Ellos apenas hablaban inglés, y lo cierto es que este fue un problema que me encontré a menudo viajando por Polonia, que poca gente hablaba inglés. Pero lo bueno de aquel fin de semana es que tuve otra visión de los polacos, ya que aquellos con los que compartí el fin de semana eran simpáticos y me acogieron bien, a diferencia de muchos que me encontré viajando que me parecieron bordes y antipáticos. Quizás sea su carácter, reservado cuando no te conocen pero una vez te metes en sus casas, se muestran de otra manera. Me llevaron también a cenar a la casa de una señora del pueblo. Ella no hablaba ni una palabra de inglés pero ella me hablaba mucho y trataba de que no me quedara fuera de las conversaciones. Magada me iba traduciendo y la verdad que me di cuenta de que la señora tenía mucho sentido del humor por todo lo que decía, por eso todos se reían a cada rato. La comida, también hay que decirlo, estaba buenísima.
Por cierto, no hablé de la comida polaca en el post, porque quería hacer un post corto (aunque al final no lo ha sido tanto), pero debo decir que aunque no es muy favorita entre todos los países que he visitado, sí es muy rica. La sopa de remolacha, los pierogis y los bigos, son algunas de las delicias que allí pude comer. Cuando volvimos a Cracovia, Magda me llevó a un restaurante muy barato de un barrio obrero, pero la comida tan rica como en otros restaurantes más lujosos donde había estado. Ella me llevó el último día a un parque natural cerca de su casa, lugar que me sorprendió mucho para estar tan cerca de la ciudad, con bosque, lago y unas buenas vistas. Ya para terminar, aquí dejo una foto del grupo de polacos con el que pasé el fin de semana, ya al final de este completo viaje-experiencia en la provincia de Malopolska de Polonia.