Mälmo
Fui a la estación de tren de Copenhague por la mañana para coger un tren a Mälmo. Saija, mi nueva amiga finlandesa, me acompañó y de paso aprovechó para comprar su billete de tren al norte de Suecia. Ella saldría por la tarde porque quería aprovechar la mañana para ver museos de Copenhague. Me preguntó si quería acompañarla pero yo no estaba muy interesada en los museos y quería irme ya a Suecia. Me dio su tarjeta por si quería ir a visitarla cuando estuviera en Finlandia. Nos despedimos y me fui a coger el tren.
Cuando llegué a Mälmo dejé mi mochila en la consigna de la estación, saqué dinero y fui a la oficina de turismo. En cuanto tuve un mapa en mis manos salí a recorrer la ciudad. Primero fui al Stortorget, que es la plaza mayor de las ciudades suecas, y allí estaba el bonito edificio del ayuntamiento. De allí sale la pequeña plaza Lilla Torg con edificios antiguos de colores. Después me dirigí a la calle de compras de la ciudad que es Södergatan y de allí a una plaza donde había un mercado con muchos puestos de frutas.
Tras recorrer algunas calles más del centro me dirigí a los parques que es lo que más me gusta ver en las ciudades. Fui al Pildammarna que tenía un estanque enorme con un paseo alrededor y al Kungsparken (el parque del rey) que es el más viejo de Mälmo. Este último estaba junto al castillo de Malmöhus.
Lund
A eso de las 3:30 fui a la estación para coger el tren a la ciudad de Lund. Lo primero que hice nada más llegar fue reservar cama en el albergue juvenil que estaba justo detrás de la estación. Era un albergue muy curioso ya que era un antiguo tren y las habitaciones eran los compartimentos con literas. Yo tuve un compartimento para mi sola, parecía que el albergue no estaba muy lleno.
De Lund visité la catedral, los edificios de la universidad (de la que pongo una foto), las calles del casco histórico y el jardín botánico que me gustó bastante. Me pareció una ciudad muy tranquila y agradable, pero nada del otro mundo. No encontré más cosas que visitar y a eso de las 8 de la tarde me fui al albergue para cenar y dormir.
Helsinborg
Cogí el tren sobre las 10:45 en Lund. Cuando llegué a Helsingborg fui a la oficina de turismo y me dieron la mala noticia de que el albergue del centro de la ciudad estaba lleno. Me dijeron que podía ir a otro que estaba en las afueras y para ello tenía que coger el autobús 219.
Estuve esperando más de media hora al dichoso autobús. Cuando subí a él le dije al conductor que me avisara al llegar a la parada del albergue y así lo hizo. Desde la parada de autobús, un sitio llamado Villa Thalassa, el albergue estaba más lejos de lo que pensaba. Tuve que andar más de cuarto de hora con la mochila encima por un camino mal señalizado cuesta arriba. Parecía que no iba a llegar nunca y ya empecé a pensar que me había perdido, cuando por fin llegué al albergue. La verdad que el sitio era bonito, con césped y árboles; había bungalows y mesas para sentarse fuera. La recepción estaba en un edificio antiguo pero estaba cerrada cuando llegué. En la cocina me encontré con unas limpiadoras que me dijeron que no abría hasta las 3 de la tarde. Como todavía era la 1, aproveché para comer y también estuve hablando un rato con una de las limpiadoras que me contó que vivió en Alicante durante 6 meses.
Cuando abrieron la recepción fui a hacer la reserva y resulta que me dieron un bungalow para mi sola. Luego volví al centro de la ciudad para por fin ver algo. Se me había ido toda la mañana y parte de la tarde en solucionar el tema del alojamiento.
Caminé por el casco histórico de la ciudad, una mezcla de edificios antiguos con una bonita vista de la costa. Había iglesias de piedra y una fortaleza medieval llamada Kärnan, y luego el puerto donde terminé mi visita. Después regresé al albergue porque no sabía que más visitar. Hoy tampoco conocí a nadie así que me sentí un poco solita, pero mañana sería otro día.


Göteborg
A las 10 de la mañana cogí el autobús a Göteborg. El viaje duró tres horas y al llegar fui a la oficina de turismo que estaba en un centro comercial. Llovía mucho pero no hacía frío. En la oficina de turismo me dieron un mapa de la ciudad y me señalaron los albergues. Había muchos pero cuando fui a preguntar todos estaban llenos. Sólo había uno con sitio; estaba cerca del parque de atracciones, Göteborgs Vandrarhem, en Mölndalsvägen. Eran las 5 de la tarde cuando llegué allí y conseguí habitación. Fui allí en tranvía.
Luego fui al puerto de Göteborg, Lilla Bommens, y allí cogí un ferry a Eriksbergs. Había una competición de veleros que estaban dando la vuelta al mundo y Göteborg era la última parada antes de terminar en Kiel, Alemania. Se llamaba Volvo Ocean Race y partieron de Southampton (Inglaterra), y de ahí fueron a Sudáfrica, Australia y América, para terminar en Alemania. Había celebraciones y conciertos durante toda la semana.
Después de estar un rato por allí, cogí el tranvía al centro. Caminé alrededor de Järntorget, una famosa plaza de la ciudad, y después me fui al albergue. Allí conocí a una alemana que había ido a estudiar a Göteborg; por lo menos pude hablar un poco con alguien hoy y ya lo necesitaba después de varios días viajando sola.
Estocolmo
Cogí el autobús a las 10:15 de la mañana y después de un largo viaje llegué a Estocolmo, la capital sueca, a eso de las 17:30. Lo mejor del viaje fue cuando pasamos por el lago Vättern, que con una superficie de 1912 km², es el segundo lago más grande del país, y también por los bosques donde vi algún que otro corzo.
En la estación de Estocolmo me esperaba mi amiga Ana, una de mis mejores amigas de la universidad, que ahora vivía en Estocolmo. Resulta que vino a Suecia a hacer la Erasmus, conoció al amor de su vida y al final se volvió aquí para vivir con él. Ahora estaba embarazada y no le quedaba mucho para dar a luz. Me alegré mucho de verla de nuevo y poder conocer la ciudad de mano de una amiga era mejor que sola.
Cogimos el metro para ir a su casa. Allí estaba Patrick, su novio, haciendo la cena. La casa era pequeña y la habitación era el salón. Allí tenían la cama que estaba elevada para aprovechar más el espacio y se subía por unas escaleras. Yo tenía que dormir en el sofá.
Después de cenar fuimos a un concierto de música reggae de un grupo que conocía Patrick. El cantante y guitarrista del grupo era un jamaicano de cincuenta y tantos años vividor y mujeriego. Patrick también tenía su grupo de música (jazz-soul-funky) y él era el cantante. Después del concierto yo me fui con Ana a dar un paseo mientras que Patrick se quedó con sus amigos tomando algo.
Estocolmo estaba a rebosar de gente y había mucho ambiente de fiesta debido al 750 aniversario de la ciudad. Ana me dijo que jamás había visto la ciudad de esta manera. Además el tiempo era buenísimo, hacía calor. Fuimos a un mirador cerca de su casa y desde allí las vistas eran estupendas. Estocolmo de noche era precioso.
Al día siguiente Ana me llevó a conocer la ciudad de día y entonces pude apreciar aún más su belleza.
La presencia del agua es evidente; la ciudad está construida sobre 14 islas en el lago Mälaren cuyas aguas dulces se vierten sobre las aguas saladas del mar Báltico, entrelazando las miles de islas del archipiélago. La ciudad cuenta con 57 puentes que permiten circular entre los distintos barrios; por eso se la conoce también como la Venecia del norte.
Estocolmo es sin duda la ciudad más hermosa de Suecia, con monumentos, parques y una parte histórica perfectamente conservada. Además, ahora la ciudad tiene un ambiente festivo único por la celebración del 750 aniversario de su fundación. El nombre de Estocolmo aparece mencionado por primera vez en 1252. Fue Birger Jarl quién construyó la fortaleza sobre aquel islote que, dada su situación estratégica junto a la conexión del lago Mälaren con el lago Saltsjön, tenía ya una gran importancia para la defensa y el comercio. En 1520 se inició el desarrollo de Estocolmo bajo el mandato de Gustav Vasa.
Fuimos a Gamla Stan, la ciudad vieja, y núcleo desde el que empezó a crecer la ciudad. Caminar por sus calles es como volver al pasado. Multitud de callejuelas salen de otras más grandes y llega un momento en que es mejor perderse en ellas dejándose llevar. Se descubren sitios encantadores, antiguos edificios y pequeñas placitas. La calle más famosa es Västerlånggatan, llena de tiendas de recuerdos. La plaza mayor, Stortorget, cuenta con el edificio del ayuntamiento y el museo Nobel. En la parte norte de Gamla Stan se encuentra el Palacio Real, que es la residencia oficial del rey, aunque éste sólo lo usa para actos oficiales ya que su residencia habitual se encuentra en la isla de Drottningholm. Cerca del palacio está la catedral (Storkyrkan) que es luterana sueca y tiene 700 años de antigüedad. Cuenta con la famosa estatua de San Jorge y el dragón, del S.XV. Hay una réplica de la estatua en una de las calles de Gamla Stan.
A eso de las 6 de la tarde regresamos a casa, que por cierto se encuentra cerca de la plaza de Maria Torget, donde hay una fuente con otra estatua de San Jorge y el dragón, aunque esta es diferente. Más tarde me fui yo sola a dar una vuelta a Meahhuset y de ahí subí a Slussen donde hay un mirador, junto a Mosejbe Torg.
Uppsala
Mi amiga Ana trabajaba en un proyecto de la universidad y me llevó allí para conocerla. Se trata de una ciudad universitaria que se encuentra a una hora al norte de Estocolmo (78 km). Es la cuarta ciudad más grande de Suecia, después de Estocolmo, Mälmo y Göteborg. Cuenta con la universidad más antigua del país, fundada en 1477, y la catedral más grande de Escandinavia. Caminamos hasta el campus universitario y fuimos al despacho de Ana donde ella tenía que hacer algunos trabajos pendientes. Yo mientras tanto estuve usando internet.
A eso de las dos de la tarde salimos de la universidad. Atravesamos el jardín botánico que era bastante grande y nos acercamos a un mirador. Allí estaba el castillo que no era muy antiguo ni bonito, cuyo jardín fue donado a la universidad. Luego fuimos a la catedral que fue comenzada en el S. XIII; me gustó porque era luminosa y acogedoras. Antes de ir al centro visitamos el edificio antiguo de la universidad y una runa que había por allí.


En el centro estuvimos comiendo y luego nos acercamos a los Jardines de Linneo (estudió y trabajó aquí en Uppsala) pero no entramos porque había que pagar. Por último fuimos a pasear por un parque a las orillas del río Fyris, el río que pasaba por Uppsala.
Djurgården
Al día siguiente Ana y Patrick se fueron a Sicilia de vacaciones. Era una de esas vacaciones “last minute” que salen anunciadas prácticamente de un día para otro a muy buen precio. Al parecer son muy populares en Suecia y mucha gente se va así de viaje. Llevaban un par de días dándole vueltas al tema y al final se decidieron a reservar. Al parecer Patrick estaba sin trabajar y empezaba un trabajo nuevo la semana que viene; por eso querían aprovechar. Me dejaban solita, pero al menos me podía quedar en su casa, lo cual era de agradecer teniendo en cuenta que todos los hoteles y albergues de la ciudad estaban completísimos debido a la celebración del 750 aniversario.
Ese día aproveché para visitar un sitio que Ana me había recomendado: Djurgården, una isla que formaba parte del Parque Nacional urbano de Estocolmo Ekoparken, el único de estas características en el mundo, situado en la zona céntrica de la ciudad. Me costó mucho encontrar de donde salían los barcos; todavía no sabía orientarme bien en la ciudad. Sólo se tardaba 15 minutos en llegar allí y el viaje costaba 20 SEK.
Lo primero que hice al llegar fue buscar el museo al aire libre Skansen. Fundado en 1891, se trata del primer museo al aire libre del mundo. Cuenta con 150 casas y granjas típicas de toda Suecia de varias épocas y clases sociales, y hay hasta pueblos enteros. Sus habitantes son personas auténticas vestidos con trajes de la época correspondiente. Es posible hablar con ellos y hacerles preguntas sobre las casas. También pude visitar un zoo de fauna escandinava y vi alces, nutrias, focas,…
Acabé cansada de dar vueltas y ya no me preocupé si me quedaban cosas por ver. Me dolían las lumbares (llevaba casi dos semanas con ese dolor) y cuanto más andaba más me dolía. Quizás me haya hecho daño cargando la mochila, no lo sé. Así que después de unas tres horas en el Skansen, me fui a visitar el Ekoparken. Fue fundando en 1995 y tiene una extensión de 27 kilómetros cuadrados. Hay un lago y multitud de caminos alrededor. También hay una serie de edificios antiguos y palacios, pero lo mejor es su bosque de robles que dicen que es el mejor conservado de Suecia.
Empecé a meterme por caminos hasta que me perdí y tuve que preguntar a unos policías montados a caballo. Una de ellas me acompañó al camino que tenía que coger para salir. Pensaba volver andando al centro pero me dolía la espalda, así que cogí el autobús. Fui a la oficina de turismo para preguntar por un médico y allí me encontré unos españoles desesperados por encontrar alojamiento. La cosa estaba tan mal que me dio pena y me los llevé a casa de Ana. Eran vascos y acababan de terminar su Erasmus en Dinamarca. Ahora ya tenía compañía para mis días en Estocolmo.
Al día siguiente llevé a los vascos a caminar a Gamla Stan, en el casco histórico, y les encantó. Hacía un día espléndido de sol y calor. Además yo me encontraba mucho mejor de la espalda, ya casi no me dolía y no me hizo falta ir al médico. Me despedí de los vascos en Norrmalm, un distrito que está en pleno centro de la ciudad, ya que ellos querían ir a Djurgården para ver el museo Skansen. Hablamos de quedar más tarde enfrente del famoso museo Vasa para visitarlo juntos.
Me fui a caminar por Drottninggatan, una larga y ancha calle peatonal del centro de Estocolmo. Es probablemente la calle comercial más importante de la ciudad y allí aproveché para comprar algunos recuerdos. La calle nace cerca del edificio del parlamento cerca de Gamla Stan, y sigue en línea recta hacia el norte, pasando por la Plaza Sergels Torg. El tramo más abarrotado es el que está entre Sergels Torg y la Plaza Hötorget, con sus puestos de verduras, frutas y flores. Allí aproveché para comprar fruta y eso fue lo que comí aquel día. Luego caminé por Sergels Torg, donde está la casa de la cultura, el centro comercial de Åhléns y una gran fuente. Muy cerca está la gran central de metro y tren, a 200 m.
Después fui a Kungsträdgården («El jardín del rey») que es un famoso parque situado en el centro de la ciudad. Hay dos plazas: la de Carlos XII y la de Carlos XIII, y dos fuentes: la de Molin y la de Wolodarski. Ahora no se apreciaba mucho el parque porque habían montado muchos bares y casetas por el festival. Me senté un rato a descansar allí y después me animé a ir caminando a Djurgården.
Cuando llegué aún quedaba mucho tiempo para quedar con los vascos, así que aproveché para pasear de nuevo por el parque nacional. A las 17:30 me presenté en la puerta del Vasa donde habíamos quedado. Ellos me dijeron que al final no iban a entrar en este museo y que me esperarían fuera.
El museo Vasa exhibe el único barco del mundo construido en el S. XVII, que ha conseguido mantenerse en pie. Empecé leyendo cada panel explicativo que encontraba pero cuando descubrí que tenía siete plantas, tuve que acelerar. El Vasa se hizo a la mar en 1628 y era un poderoso buque de guerra. Sin embargo, se hundió en su primer viaje. En 1961 fue rescatado de las profundidades en bastante buen estado de conservación debido a las aguas salobres en las que se encontraba. Por ejemplo las tallas de la popa del barco están muy bien conservadas y merece la pena dedicar un rato a observarlas.
Después de hora y media en el museo, acabé bastante harta y decidí salir. Nos fuimos andando a Kungsträdgården donde todas las tardes a las 7 había un teatrillo del aniversario y fuegos artificiales. La verdad que aún no había visto nada del festival y ya tenía ganas. Era una pena que los fuegos artificiales fueran de día porque apenas se veía nada (era la primera vez en mi vida que veía fuegos artificiales de día).
Volvimos a casa para cenar y luego salimos por ahí. En el Operan había djs de música árabe de baile y estuvimos moviendo las caderas un rato. Fue divertido aunque se nos acercaron unos cuantos moscones a las chicas y a mí. Todavía si hubieran sido suecos que son tan guapos habría estado bien, pero los árabes no me gustan mucho precisamente.
Sigtuna
Hoy día 6 de junio es la fiesta nacional sueca y para celebrarlo me fui a Sigtuna, el pueblo más antiguo de Suecia, situado junto al lago Mälaren, en la región metropolitana de Estocolmo. Fue fundado en el año 980 por el rey Erik Segersäll y las primeras monedas suecas fueron acuñadas aquí. Para ir hasta allí cogí un tren a Märsta y de ahí un autobús, tardando en total una hora. Los vascos no vinieron conmigo porque prefirieron ver más de Estocolmo.
Sigtuna es muy pequeño y no tardé mucho en recorrerlo. Primero paseé por la calle principal que es Stora Gatan (se dice que los restos de la ciudad original están escondidos a 3 m por debajo de esta calle). De Stora Gatan sale Stora torget donde está Sigtuna Rådhus, el ayuntamiento más pequeño de Suecia. Después me fui a la calle St Persgatan donde encontré los restos de una de las iglesias de granito que fueron construidas aquí durante la Edad Media (había siete pero sólo quedan las ruinas de tres). Una de ellas es St Per y dentro de ella hay una piedra con runa. Se dice que este es el municipio con más piedras rúnicas, 150 en total. Muchas fueron enterradas y fueron sacadas, pero yo sólo vi una.
Luego visité la iglesia de Maria Kyran que data del 1247 y originariamente era un monasterio de los dominicos; posteriormente fue reformada. Para terminar fui a pasear por la orilla del lago Sigtunafjärden y me quedé a comer allí. Antes de coger el autobús a eso de las 4 de la tarde, di una última vuelta por el pueblo.
Cuando llegué a Estocolmo había mucho ambiente de fiesta y mucha gente llevaba la banderita sueca en la mano. Descubrí una plaza con un mercado medieval llamada Birger Jarls Torg donde había una iglesia muy bonita, Riddarholmskyrkan, del S.XII. Habían recreado muy bien el ambiente medieval y muchos suecos iban vestidos de época. Me quedé un buen rato porque había un concierto de música tradicional sueca. Después quedé con los vascos en Kungsträdgården y fuimos a cenar algo por ahí.
Fjäderholmarna
Aquella mañana los vascos se iban a Oslo pero a mi todavía me quedaban un par de días en Estocolmo. Hoy quería visitar alguna de las numerosas islas que rodean la ciudad. El archipiélago que rodea Estocolmo cuenta con 2400 islas, pero yo sólo me pude permitir visitar las más cercanas: Fjäderholmarna, que está a 30 minutos en barco.
Las Fjäderholmarna (islas de la pluma) constan de cuatro islas principales: Stora Fjäderholmen, Ängsholmen, Libertas y Rövarns holme, y otras menores. La primera mención que se hace de estas islas data de 1381 en un documento mercante y se las llama Fierdholmarna: islas de la bahía. De 1920 a 1976 la marina sueca estuvo instalada en algunas partes de las islas, y en 1995 se las declaró parque nacional.
Yo la verdad no sé en cuál de las cuatro islas estuve, pero la verdad que es muy pequeña y enseguida me la recorrí. Hay muchos bares, restaurantes, heladerías, un teatro al aire libre, etc. También visité el Trägarden que es muy agradable. Mucha gente estaba en la costa tomando el sol. Yo me subí a unas rocas para explorar un poco y me encontré a un polluelo de gaviota que parecía perdido. Me acerqué a él y poco después bajó una gaviota con muy mala leche a atacarme. Menos mal que pude esquivarla pero tuve que irme.
Dos horas fueron suficientes para ver la isla y me volví a Estocolmo. Pasé otra vez por la plaza de Birger Jarls Torg a ver si había algo y tuve la suerte de que estaba a punto de comenzar un concierto de música tradicional sueca. Los músicos iban vestidos con ropas medievales y tocaban varios instrumentos antiguos. Eran buenísimos, tocando música folclórica pero con mucha originalidad, y además eran capaces de entusiasmar al público. Se llamaban Poeta Mágica por si queréis buscarlos en internet.
Después del concierto hubo un desfile de trajes de Estocolmo en las distintas épocas. Mis preferidos eran los de la Edad Media. Qué pena que no hubiera descubierto aquella plaza antes porque había un ambiente buenísimo.
Al día siguiente sólo me dediqué a prepararme para continuar mi viaje. Dividí mi equipaje en tres partes: una que dejaría allí para que Ana se lo llevara a España (se iba a finales de junio), otra que dejaría allí pero recogería cuando volviera de Finlandia y otra que me llevaría conmigo. Fue un alivio porque ahora mi mochila pesaba mucho menos.
Sólo salí de casa para dar una última vuelta por Gamla Stan, ir a correos y comprar el billete de autobús a Oslo para la noche. Pensé en viajar de noche para ahorrar tiempo y dinero. Estuve muy estresada con los últimos preparativos, como siempre me pasa antes de irme de viaje. Casi pierdo el autobús por entretenerme en internet antes de salir de casa. No quería perder el autobús por nada del mundo porque había metido las llaves de Ana en su buzón al marcharme, así que no tendría donde meterme aquella noche. Al salir del metro tuve que correr para coger el autobús que ya estaba saliendo al llegar yo. Menos mal que el conductor me vio corriendo detrás de él, si no habría pasado la noche en la estación. Estaba tan cansada que me pasé casi todo el viaje durmiendo aunque de vez en cuando me despertaba y veía unos paisajes preciosos de bosques y lagos. Qué bonito fue Suecia, aunque sólo haya visto una pequeña parte. Espero volver algún día para ver más.
Hola, me preguntaba si podrias decirme, acerca de las consignas de la estacion de tren de Malmo, si son grandes, caras, seguras… Un saludo viajera!
Hola Alberto,
Gracias por asomarte a mi blog y leer mi post. La verdad que me pillas, porque ahora no recuerdo en absoluto cómo eran esas consignas de Mälmo. Además, en 11 años que han pasado, pueden haber cambiado. Supongo que tratándose de Suecia, tienen que ser bastante seguras, así que yo no me preocuparía. ¿Cuándo vas a Suecia? Qué suerte que vas para allá, es un país que me encanta y espero volver en alguna ocasión. Te deseo muy buen viaje y espero que sigas visitando mi blog. Gracias!