Alemania I: Berlín (13-18/07/2002)

Estocolmo-Berlín: Un viaje en autobús de lo más surrealista

El día 12 de julio llegué en un ferry de Turku a Estocolmo después de 9 horas de viaje nocturno. Qué bien estar otra vez en Estocolmo, aunque sólo fuera para unas horas. Ahora tenía que ir a casa de mi amiga Ana a coger el resto de mi equipaje que dejé allí. Por el camino conocí a un finlandés que también venía en el barco y que iba a hacer el interrail. Le conté el viaje que había hecho y el que iba a hacer. Definitivamente tenía que decir que los finlandeses eran los más simpáticos de todos los escandinavos, pues ya se me habían acercado varios a hablar, cosa que no me pasó con suecos ni noruegos (con daneses era difícil saberlo pues sólo estuve un día en Dinamarca).

Cuando llegué a casa de mi amiga Ana, allí estaba su novio Patrick (ella se había ido un mes de vacaciones). El se fue a trabajar y yo me puse a hacer muchas cosas como lavar ropa, ducharme, rehacer el equipaje, entre otras. Luego me fui a la estación de autobuses corriendo y cuando llegué me di cuenta de que me quedaban dos horas para que saliera mi autobús a Berlín, pues olvidé cambiar la hora de mi reloj al regresar de Finlandia.

El viaje en autobús empezó siendo desagradable porque se sentó a mi lado un hombre iraquí que vivía en Alemania (cuando había sitios libres de sobra para ir él solo). Intentó hacerse el simpático hasta que intentó meterme mano a lo cual le dije que me dejara en paz. No sólo no me dejó en paz, sino que también me decía que quería venir conmigo a Berlín. Le dije que había quedado allí con mi novio, pero el tío decía que dejara a mi novio y me fuera con él, vamos que no tenía ni pies ni cabeza lo que me proponía.

En la parada que hizo el autobús en una cafetería me acerqué a una chica alemana que viajaba sola para contarme lo que me estaba pasando. Me dijo que me sentara con ella para evitar al iraquí y así hice. Resulta que era bióloga, como yo, y me contó muchas cosas de su vida. El hombre no se acercó por un tiempo pero luego se sentó detrás de nosotras y nos ofrecía galletas (ya lo había hecho antes, pero no las cogí porque lo mismo llevaban cualquier sustancia para drogarme, a saber!). Ante nuestra insistencia de no cogerlas él se enfadaba. En el ferry que tuvimos que coger para pasar a Dinamarca, nos pusimos a hablar con unos chicos daneses y nos dijeron que nos fuéramos con ellos para que el hombre no se acercara más.

En Hamburgo había una parada de dos horas a las 5 de la mañana y mi nueva amiga alemana se quedó allí. Por suerte los daneses también tenían que esperar para el autobús de Berlín, así que me quedé con ellos y nos metimos en la estación de tren. Una de las danesas me contó que había vivido en España durante 7 meses y había hecho el Camino de Santiago. Por suerte no volví a ver al hombre iraquí.

Berlín

Cuando cogimos el autobús a Berlín a las 7 de la mañana del 13 de julio estaba lloviendo. Cuando llegamos, aún me esperaba un largo viaje hasta el hotel donde iba a pasar la noche. Había reservado una habitación allí con mi novio australiano, Julian, antes de marcharme de Edimburgo. Se supone que el hotel estaba céntrico pero luego descubrimos que no era así, y desde la estación de autobuses estaba en la otra punta de la ciudad. Primero tuve que buscar la estación de tren y allí una señora me dijo el tren que tenía que coger y donde tenía que cambiar. El viaje duró una hora en total y después tenía que coger un tranvía que tardaba 15 minutos hasta la parada del hotel. Pero ahí no acaba la cosa, cuando me bajé en la parada de tranvía no tenía ni idea de donde estaba la calle del hotel, así que pregunté en una tienda. La tendera no lo sabía pero por suerte había una pareja de alemanes que sí lo sabía y me intentaron explicar cómo ir pero no hablaban inglés, así que al final se ofrecieron amablemente a llevarme en su coche.

Al llegar al hotel descubrí que el recepcionista no hablaba inglés ni tampoco su mujer. Luego me enteré de que estaba en la parte oriental de la ciudad, la que había sido comunista, y por eso la gente hablaba menos inglés. Enseñé el papel de la reserva al recepcionista y me llevó a la habitación. Cuando abrió la puerta vi que estaba vacía. Debía tratarse de un error pues Julian tendría que estar allí dentro. Intenté explicarle al recepcionista que yo tenía una reserva conjunta y como no me entendía me llevó hasta un amigo suyo que hablaba un poco de inglés. Por fin este pudo entenderme y me dijo que sí había dos chicos australianos en el hotel, así que habló con el recepcionista para que me llevara a su habitación. Yo sabía que Julian había ido con Richard, su mejor amigo. Llamaron a una puerta y abrió un chico moreno con rastas y cara racial. Yo pensé que sería Richard porque sabía que era mezcla de húngaro y japonesa (sí, curiosa mezcla) pero de nacionalidad australiana.

Efectivamente el chico que abrió era Richard y me dio la mano para saludarme. Julian estaba durmiendo, parece que estuvieron de juerga la noche anterior (lo más común entre los australianos mochileros). Al parecer habían cogido una habitación para Richard y él ya que llegaron el día anterior. Después del reencuentro, fuimos a comer, aunque no me gustó nada la comida de allí. A continuación nos arreglamos para ir a “Love Parade”, famoso festival techno y desfile, que se llevaba celebrando en Berlín desde hacía unos años. A mí la verdad no me interesaba nada ese festival pero Julian quería ir y era algo que tenía programado desde hace meses.

Cuando llegamos nos encontramos con mucha gente joven vestidos para la ocasión. La mayoría llevaba el pelo teñido de colores llamativos y vestían pantalón muy corto o minifalda con unas polainas de colores peludas. Las calles estaban llenas de botellas y vasos por el suelo, así que muy sana no era la fiesta, ni muy limpia. La gente bailaba como loca por todas partes, aquello era una fiesta tremenda. Vimos el desfile que consistía en grandes camiones con música a todo volumen con gente encima bailando. Nos hicimos fotos con algunos que llevaban las pintas del festival.


Más tarde quedamos con dos amigas de Julian, una alemana que vivió un tiempo en Australia y una amiga de los dos australiana que estaba de visita. Fuimos a un pub a tomar algo y nos quedamos allí hasta las 3 de la mañana. Yo estaba que me caía de sueño (hay que tener en cuenta la nochecita que tuve en el autobús en la que poco había dormido) y sólo quería irme a dormir de una vez. Al día siguiente no hicimos nada, sólo dormir y descansar.

El día 15 de julio nos levantamos muy temprano para ir a la embajada de la República Checa ya que Julian y Richard tenían que tramitar unos visados para entrar en este país (a mi por suerte no me lo exigían). Después fuimos a Checkpoint Charlie que era el más famoso de los pasos fronterizos del Muro de Berlín entre 1945 y 1990. Se encuentra en la Friedrichstraße, y abría el paso a la zona de control estadounidense con la soviética, donde actualmente se unen los barrios de Mitte y Kreuzberg. Sólo se permitía su uso a empleados militares y de embajadas de los aliados, extranjeros, trabajadores de la delegación permanente de la RFA y funcionarios de la RDA.

Desde allí caminamos a la Puerta de Brandeburgo, monumento situado a pocos metros del derrumbado muro, y que hoy es símbolo de reunificación del país. Ahora estaba tapada porque estaban haciendo reformas, así que no tengo foto. Allí al lado había un parque con osos en círculo, cada uno pintado de una manera representando a un país. Luego fuimos a Potsdamer Platz, en el corazón de Berlín occidental y que a partir de la caída del muro fue transformada en una zona moderna con rascacielos y centros comerciales. Luego fuimos al cine, y de ahí a cenar a Alexanderplatz, en el centro de Berlín Este. Cerca de esta plaza está la torre de televisión de 368 m de altura, que puede ser vista desde cualquier punto de la ciudad.

Al día siguiente nos mudábamos a un albergue juvenil cerca del centro ya que no nos gustaba nada lo lejos que estaba nuestro hotel. Después de dejar nuestras cosas en el albergue, cogimos un tren para ir al campo de concentración de Sachsenhausen, pero estaba muy lejos y cuando llegamos ya estaba cerrado. Por la noche en el bar del albergue conocimos a muchos australianos, había poca gente de otros países, y ningún español.

En los dos días que siguientes que pasamos en Berlín aprovechamos para conocer todo lo que pudimos de la ciudad. Hicimos una visita guiada a pie por la ciudad que nos costó 9€ pero mereció la pena para ver lo más importante y conocer más de su historia. Todos los del grupo eran australianos, incluso el guía era un australiano que llevaba unos años viviendo en Berlín. La ruta empezó en Zoologischer Garten y de allí fuimos andando hasta el zoo. Después fuimos a un parque que hay al lado hasta llegar a Siegessäule, la columna de la victoria, ubicada en el parque Tiergarten del centro de Berlín.  Se construyó para conmemorar la victoria de Prusia en alianza con el imperio austríaco contra Dinamarca en la Guerra de los Ducados de 1864. Luego sirvió para conmemorar posteriores victorias de Prusia. Caminamos por el parque Tiergarten para llegar a Haus der Kulturen der Welt, que a mí me recordaba a la ópera de Sidney y enfrente había una estatua de una mariposa (aunque no lo parecía).

Continuamos la visita por lugares con edificios famosos como Reichstag donde está el parlamento federal Bundestag, Gendarmenmarkt donde está Konzerthaus Berlin y Musinsel con el Bodemuseum y Pergamonmuseum. Fuimos de nuevo a Checkpoint Charlie y vimos una parte del muro (de más de 1 km) cerca de allí, en Mühlenstrasse.

El último sitio que visitamos fue la catedral, Berliner Dom, que fue reconstruida después de que la original (de 1747), que allí estaba, fuera destruida durante la guerra.

La visita guiada fue bastante larga pues comenzamos a las 10:30 y terminamos a las 15:30. Menos mal que fue al terminar cuando se puso a llover y entonces aprovechamos para tomar un té y descansar. Ya por la noche salimos por el centro y fuimos a un club de jazz donde nos encontramos de casualidad al guía australiano de la visita guiada en la ciudad.

En nuestro último día en Berlín cogimos el autobús número 100 con Andrea, la amiga alemana de Julian. Al parecer pasaba por los sitios más turísticos de la ciudad, prácticamente los mismos sitios por los que habíamos pasado en la visita guiada a pie el día anterior. Fue una buena idea hacer el mismo recorrido pero cómodamente sentados en el autobús, otra forma de ver esta histórica y cosmopolita ciudad, y perfecto como despedida.

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2 comentarios en “Alemania I: Berlín (13-18/07/2002)

  1. Hola Belén. Hace poco que he descubierto tu blog y me ha atrapado rápidamente. Normal teniendo en cuenta que soy un apasionado de los viajes y me encanta escaparme fuera de mi ciudad -Madrid- cuando el trabajo me lo permite. Me parece estupendo que en tu blog reflejes experiencias, sensaciones… y no tanto dato práctico que al fin y al cabo ya están en numerosos blogs y guias al uso y a veces termina por saturar un poco.
    He leído atentamente este post sobre Berlín. Para mi esta ciudad es sin duda la capital de Europa. Es dinámica, alternativa, ecológica, con una oferta cultural y de ocio sin igual en el viejo continente, aunque reconozco que sus habitantes son un poco ácidos y sarcásticos. Por lo general mantienen un tanto la distancia y se muestran estrictamente correctos en el trato con el extranjero. Aún así a mi siempre me ha enganchado la ciudad a la que fui por primera vez en 1995 y la última en 2011, con motivo del 50 aniversario del levantamiento del Muro.
    Como curiosidad comentarte que estuve en Berlín en 2002…exactamente entre el 15 y 20 de julio. Eso sí, yo llegué en avión y no en autobús, pese a que tengo cientos y cientos de horas de bus a mis espaldas, y me alojé en un hotel de la Mühlenstrasse, frente al Muro. Es posible que por aquel entonces nos cruzáramos en algún momento por sus calles o plazas…
    Algún dia puede que me anime y yo también me lance a la blogosfera viajera. Por ahora seguiré interesantes blogs como el tuyo.

    Un saludo desde Madrid

    José Manuel

    • Hola Jose Manuel,
      No te puedes imaginar que ilusión me ha hecho recibir tu comentario. Primero porque es sobre un post antiguo y del que no tenía ningún otro comentario (la mayoría de las veces la gente lee los posts más recientes). Segundo porque no viene de un bloguero, algo novedoso para mi ya que casi todos mis comentarios vienen de blogueros. Tercero porque te has tomado la molestia de escribir tanto y compartir tu experiencia de Berlín conmigo. Qué casualidad que estuvieras allí en las mismas fechas que yo, en el 2002, y no me extrañaría si nos cruzamos en el algún momento.
      Encantada de que te haya gustado mi blog y te animo a que te hagas seguidor para que te vayan llegando notificaciones por email de mis nuevos posts. También te agradecería si me puedes votar en el concurso Premios 20blog en el que participo. Hay un enlace en la columna de la derecha en inicio para votarme.
      Me encantaría seguir recibiendo tus comentarios y te animo a que algún día inicies tu propio blog.

      Saludos desde Edimburgo (por cierto, yo soy de Madrid también)

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