Parque Nacional de Cairngorms y su fauna

En el mes de mayo tuve un viaje de dos días al Parque Nacional de Cairngorms (Cairngorms National Park) como parte de las prácticas finales del máster. Se trata de un espacio protegido en el nordeste de Escocia, declarado parque nacional en el 2003. Es además el segundo parque nacional declarado en Escocia, después del de Loch Lomond and the Trossachs (del cuál hablaré muy pronto en un próximo post). Comprende las montañas Cairngorms y se trata del parque nacional más grande de las islas británicas, con 4.528 km2 de superficie.

En dos días aprovechamos el tiempo al máximo ya que visitamos diversos lugares del parque así como otros espacios naturales de camino a él o en el regreso a Edimburgo. En cada uno de esos lugares, tuvimos la oportunidad de visitarlos de la mano de expertos en gestión y conservación de los recursos naturales, guardas forestales, biólogos, educadores ambientales, etc, que nos dieron amplia información sobre estos lugares y las especies de fauna que los habitaban. Vimos algunas de las especies más emblemáticas de la fauna escocesa, como la ardilla roja, el águila pescadora y el urugallo, así como numerosas especies de avifauna más comunes. También visitamos dos lugares donde había castores, especie reintroducida en Escocia tras su extinción hace años, y aunque no los vimos, si vimos rastros de su presencia.

Sigue leyendo

Espacios naturales de Edimburgo

Gracias al máster pude conocer diversos espacios naturales de Edimburgo que no conocía, y que además estaban en plena ciudad o muy cerca. La mayoría de estos espacios naturales son frecuentados por la gente local y los turistas no suelen conocer de su existencia. Sin embargo, si os gusta la naturaleza y tenéis días suficientes, os animo a visitar alguno de estos espacios a los que podéis acceder fácilmente en autobús desde el centro de Edimburgo.

Lo que más me sorprendió fue encontrar lugares como estos en plena ciudad, algo que no es muy habitual en Madrid, por ejemplo. No son parques artificiales, son reductos de naturaleza que han estado aquí desde antes de la creación de Edimburgo, y que se han mantenido casi intactos a lo largo de los años. Es curioso caminar por la calle y entrar en uno de estos espacios, y de repente es como si estuvieras en plena naturaleza, tanto que cuesta creer que sigas dentro de la ciudad.

Sigue leyendo