Recorriendo la bohemia ciudad de Lisboa en dos días

Continúo narrando mi viaje a Portugal del año 2006. Después de pasar unos días de ensueño en el Algarve de Portugal, cogimos un autobús rumbo a Lisboa. La capital lusa es una ciudad bohemia, llena de encanto y romanticismo, con muchas actividades y lugares que ver. Yo ya había estado en el año 98 cuando tuvo lugar la famosa Exposición Universal (que por cierto, es la única que he ido en toda mi vida). En aquel entonces nos concentramos más en ver la exposición que la ciudad de Lisboa. Recuerdo que sólo el último día nos llevaron a ver la ciudad, pero aquello me supo a poco y sabía que algún día volvería. Eso sí, lo poco que vi me gustó bastante. Esta vez tendríamos dos días completos así que iba a poder ver más.

Lisboa, situada en la desembocadura del río Tajo, es la capital y la ciudad más grande de Portugal. Tiene lugares emblemáticos como la preciosa torre de Belem, el monumento a los descubrimientos y el monasterio de los Jerónimos. También está la céntrica plaza del Comercio, la más importante de Lisboa, lugar ideal para empezar a recorrerla. Y otra plaza muy animada es la de Rossio, que cuenta con muchos bares y restaurantes. Los alrededores de Lisboa bien merecen una visita como Sintra y Cascais. Nosotros visitamos tanto sitios en la ciudad como en los alrededores, como os relataré a continuación.

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Escapada en el Algarve de Portugal

Nuestro viaje en Portugal comenzó en el Algarve, región del sur de Portugal famosa por sus playas y litorales rocosos. De aquí partieron grandes descubridores portugueses en el siglo XV en busca de un nuevo mundo. Sin embargo, no hace falta irse a lejanos paraísos cuando aquí mismo hay uno tan espectacular para disfrutar. Las playas del Algarve son de fina arena blanca y sus aguas de un intenso tono azul invitan a bañarse en ellas. Para los que prefieran un poco más de actividad y no estar sólo en la playa, hay varios senderos que recorren la costa con impresionantes vistas panorámicas. Por último, se pueden visitar varios de sus pueblos con arquitectura tradicional y vestigios del pasado árabe. El patrimonio cultural y gastronómico de esta zona de Portugal tampoco tiene desperdicio. Espero que a través de nuestro viaje sea capaz de dároslo a conocer un poco más.

Viajamos allí desde Sevilla, donde habíamos pasado dos días antes de adentrarnos en tierras portuguesas. Fue una buena forma de dividir nuestro viaje, de lo contrario habría sido demasiado largo desde Salamanca, donde vivía entonces. En Sevilla cogimos un autobús a Faro, un viaje que no nos llevó mucho tiempo, creo que unas 3 horas. Hacía un día estupendo de primavera y el sol brillaba con intensidad. El camino hasta Faro fue agradable y nuestra emoción iba en aumento al cruzar la frontera. Ya estábamos en el país vecino, dispuestos a explorar todo lo que tenía que ofrecernos.

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