Alemania II: Baviera (27/08-05/09/2002)

Munich

Llegué a Munich media hora más tarde que mi hermana. Munich es la capital de Baviera y la tercera ciudad más habitada de Alemania. Por suerte la estación de tren (Hauptbahnhof) quedaba cerca. En el albergue (Euro Youth Hotel) nos dieron la desagradable noticia de que no quedaban plazas en el dormitorio y nos tocó pagar una habitación triple que costaba 23€ por persona. Encima el desayuno no estaba incluido. No me gustó nada el albergue y la gente de la recepción. Nos fuimos pronto a dormir.

Al día siguiente nos fuimos caminando al centro por la calle de tiendas Kaufingerstrasse. Fuimos a la catedral de Frauenkirche caracterizada por sus cúpulas renacentistas bulbiformes. De allí fuimos a Odeonsplatz con la iglesia barroca de Theatinerkirche. Por allí preguntamos a unas chicas si había un parque bonito cerca. Resulta que eran españoles y nos dijeron que sí, que allí cerca estaba Englischer Garten. Fuimos allí a comer y después a dar una vuelta. Era un parque bastante grande, el río pasaba por allí y había muchos árboles. Llegamos hasta una zona con bares y terrazas donde la gente bebía grandes jarras de cerveza.
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Austria II: El Tirol (23-27/08/2002)

Después del viaje en Suiza, volvimos a Venecia para pasar la noche y al día siguiente cogimos el autobús de Busabout que nos llevaría a Austria, en concreto al bonito pueblo de St. Johann. No hubo mucha gente en este trayecto, no sé si era porque ya nos acercábamos al final del verano o porque menos gente coge el autobús en este tramo. En St. Johann nos bajamos unos pocos, la mayoría continuó en el autobús hasta Munich.

Nuestro alojamiento estaba en la parte de arriba de un pub australiano que había allí. Había tres apartamentos allí y a nosotras nos metieron en uno de ellos junto con una chica neozelandesa. Por la noche estuvimos en el pub tomando algo y había mucho ambiente joven. La verdad que estaba genial tener nuestro alojamiento justo encima, así podíamos irnos a dormir cuando quisiéramos sin problema. Conocimos a un chico australiano muy simpático que se llamaba Danny que viajaba con su novia y la hermana de ella. Estuvimos toda la noche con ellos tomando algo y también conocimos a algunos lugareños que se nos acercaron a hablar.


Al día siguiente decidimos hacer rafting. En el pub tenían convenio con una agencia y ellos se encargaron de reservarnos la actividad. Nos vinieron a buscar a las 12:15 para llevarnos al sitio del rafting. Allí nos encontramos con el monitor y dos personas más, un padre y su hijo. Era la primera vez que hacía rafting en mi vida, qué emocionante.

Nos dieron traje de neopreno, casco y chaleco salvavidas. Nos enseñaron a remar y nos dieron las indicaciones básicas de seguridad. Pero aquel río no era de aguas bravas como nosotras esperábamos, sino de aguas tranquilas, casi no había rápidos. Así que nos resultó un poco decepcionante. Bueno, para una primera toma de contacto está bien, ya habrá ocasión para hacer un rafting de verdad otra vez. Duró poco más de dos horas y la barca discurría por un cañón muy bonito. Paramos en un puente y vimos un camino que atravesaba un bosque y mucha gente caminaba por allí. Cuando terminamos el rafting me sorprendió que todo el mundo se cambiaba delante de los demás sin ningún pudor, quedándose totalmente desnudos. Nosotras fuimos las únicas que no lo hicimos y esperamos a cambiarnos en la oficina de la agencia. La verdad que en España somos más recatados para estas cosas mientras que en esta parte de Europa no lo son. En Alemania también pudimos comprobarlo.


Por la tarde estuvimos caminando por St. Johann, pueblo del Tirol, en el distrito de Kitzbühel. Está en un valle situado entre la cadena montañosa de Wilder Kaiser y la montaña Kitzbüheler Horn. Es muy famoso por su mercado y a nosotras nos pareció un pueblo de cuento, con casitas de colores muy coquetas, iglesias y una pintoresca plaza.

Por la noche fuimos a hacer la cena a casa de nuestros vecinos porque nosotras no teníamos cocina. Preparamos hasta calimocho y les invitamos. Luego bajamos al pub y estuvimos con más gente del Busabout que había por allí. También conocimos a algunos chicos de St. Johann. Con ellos nos fuimos a una discoteca cuando cerró el pub, pero no fue gran cosa y no tenía tanto ambiente.

Al día siguiente estábamos cansadas (si es que no se puede con tanta juerga) y sólo fuimos a caminar a un parque donde había un bosque. Había una montaña allí cerca que queríamos subir pero estábamos tan cansadas que al final no lo hicimos. Cuando volvíamos al pueblo empezó una tormenta. Por la noche fuimos al pub pero ya no había casi nadie. Los australianos ya se habían ido y sólo estuvimos con los austriacos, pero no nos quedamos mucho tiempo.

El último día que estuvimos en St. Johann, el 26 de agosto, decidimos alquilar unas bicis para hacer la ruta que lleva al lago Schwarzsee. Nos dieron un mapa y para allá que nos fuimos. Primero nos metimos por un carril bici que salía de St. Johann en dirección a Oberndorf. Llegar hasta dicho pueblo no fue difícil pero después encontrar el camino al lago fue lo complicado. Tuvimos que preguntar muchas veces, y la gente además de no estar muy segura, nos contestaba en alemán. Después de dar muchas vueltas y equivocarnos unas cuantas veces, conseguimos llegar al pueblo de Kitzbüheler. Allí preguntamos de nuevo y poco después llegamos al lago Schwarzsee que resultó ser una decepción. Era un lago convertido en una especie de piscina con un montón de gente bañándose. Después de descansar allí un rato, emprendimos el camino de vuelta que fue más relajado y no nos perdimos.

Al día siguiente dimos una última vuelta por St. Johan antes de volver al albergue. Por la tarde mi hermana cogió el autobús de Busabout para ir a Munich pero yo cogí el tren. Sólo me quedaban dos trayectos de mi pase y preferí reservarlos para el final del viaje. Aquella tarde llovió mucho.

Suiza: Los Alpes (18-22/08/2002)

El viaje hasta Suiza fue largo. Veníamos de Grecia y la noche del 15 de agosto cogimos un barco (Blue Star Ferries) de Patras a Venecia en el que viajamos dos noches y un día. Nuestro billete era para la cubierta pero tuvimos que buscar un sitio dentro porque hacía frío. Eso sí, a las 6 de la mañana venía un camarero a despertarnos con palmaditas porque allí no nos podíamos quedar más tiempo.

El día 17 por la mañana llegamos a Venecia, y después de dejar las mochilas en la consigna de la estación de tren, nos fuimos a recorrer la ciudad. Fuimos a los mismos sitios en los que yo ya había estado semanas antes: Plaza de San Marcos y Puente de Rialto, entre otros. Por la tarde cogimos las mochilas y nos fuimos al camping Fusina, el mismo donde me alojé la otra vez. Me encontré con los guías españoles que conocí la otra vez y estuvimos tomando algo con ellos.

El día 18 de agosto cogimos el autobús de Busabout muy temprano para ir a Lauterbrunnen, en los Alpes suizos. Paramos en Lucerna, ciudad que se levanta a orillas del lago de los Cuatro Cantones y cerca de los montes Pilatus y Rigi de los Alpes suizos.

Lucerna es considerada la ciudad más turística de Suiza y nosotros tuvimos la oportunidad de recorrerla durante un par de horas. Fuimos al Kapellbrücke que es la atracción más visitada por los turistas. Se trata puente de madera más antiguo de Europa y el segundo más largo (204,70 metros). Cruza el río Reuss. El puente fue construido en 1365 y conecta la ciudad antigua con la nueva. El puente era aún más largo pero sufrió un incendio que lo dañó severamente. En el techo del puente se hallan 111 espacios que contienen pinturas que muestran parte de la historia de Lucerna. En medio del puente se encuentra Wasserturm, una torre octogonal que fue construida en torno a 1300, siendo aún más antigua que el puente.

Lauterbrunnen

Llegamos al camping por la tarde y nos repartieron en cabañas. El camping se llamaba Jungfrau, como el pico más alto de la región, que tiene 4158 m de altura. Nos encontramos en la región de Berner Oberland, una de las zonas más espectaculares de los Alpes suizos, donde destacan los picos de Eiger, Mönch y Jungfrau que rodean un valle con 72 cascadas. El camping se encuentra junto al pueblo de Lauterbrunnen.

Al día siguiente tardamos mucho en salir del camping y a la 1 de la tarde bajamos al pueblo para pregunta en la oficina de turismo por los sitios para visitar. Decidimos ir a las cascadas de Trümmelbach. Se tardaba una hora aproximadamente en llegar allí andando. Consistían en 10 cascadas de glaciar, las únicas en Europa dentro de una montaña y todavía accesibles. Llevan hasta 20000 l de agua por segundo. Hay un ascensor que lleva hasta un punto y luego escaleras que van dentro de túneles iluminados. Después de las cascadas fuimos a un bosque donde estuvimos un rato meditando. El paisaje de aquel lugar era de una belleza indescriptible; estar allí era sencillamente un privilegio que me hacía sentir agradecida por tener la oportunidad de viajar.

El 20 de agosto fuimos al pico Schilthorn que tiene 2970 m de altura. Para ello cogimos un funicular a Grütschalp a las 8:30 de la mañana y allí un tren a Mürren donde cogimos un teleférico a Schilthorn. Sinceramente la vista desde allí no me pareció tan espectacular como esperaba. Allí se encuentra el famoso restaurante Piz Gloria, restaurante circular con vistas panorámicas donde se rodó una película de James Bond. Desde la cumbre se ven los siguientes picos: Wetterhorn (3704 m), Eiger (3970 m), Mönch (4099 m), Jungfrau (4158 m), Gletscherhorn (3983 m), Ebenefluh (3960 m) y Mittaghorn (3897 m).

Después de un rato volvimos a Mürren y comimos allí. Cogimos un funicular a Allmendhubel y allí comenzamos la ruta de Northface-Trail, que es una ruta de dos horas de duración de vuelta a Mürren que presenta las caras norte de los Alpes berneses. A lo largo de la ruta hay paneles informativos, 12 en total. Al poco rato de empezar la ruta, se puso a llover. Paró enseguida pero después hubo tormenta.


Luego fuimos andando de Mürren a Grütschalp, atravesando un bosque precioso y mágico. En Grütschalp cogimos el funicular a Lauterbrunnen.

Interlaken

Al día siguiente fuimos a Interlaken porque había predicciones de lluvia, aunque yo hubiera preferido ir a la montaña. Ojalá no nos hubiéramos hecho caso de las predicciones porque el tiempo fue mejorando y terminó siendo mejor que el día anterior. El nombre significa “entrelagos” y es la capital del distrito administrativo Interlaken-Oberhasli, en el cantón de Berna. Es una ciudad pequeña y tranquila, y lo que más me llamó la atención es su pulcritud y limpieza. No había ni un papel tirado en el suelo, ni un rastro de suciedad, todo era perfección y armonía. Lo cierto es que Suiza siempre ha tenido fama por su limpieza y orden. Caminamos por la calle principal donde había muchas tiendas y luego fuimos a un parque muy grande.

Cuando volvimos al camping de Lauterbrunnen, mi hermana se quedó en la cabaña pero yo tenía ganas de estar en contacto con la naturaleza. Caminé hasta un río de aguas turbulentas y me senté un rato a meditar allí. Por la noche hubo un espectáculo de música y danza folclórica de los Alpes en el camping lo que atrajo a mucha gente.

Grecia: Atenas y algunas islas (05-16/08/2002)

Cogí un barco en Ancona (Italia) el 4 de agosto para ir hasta Patras, famoso puerto de Grecia y la tercera ciudad más grande del país. El viaje de Ancona a Patras había sido agotador pues habíamos pasado el día en la cubierta y la noche durmiendo en el suelo. Había hecho un viaje de 8 días en Italia que fue un no parar de un sitio a otro, así que también llevaba encima el cansancio de aquellos días. Cuando llegamos a Patras era la 1 de la tarde y cogimos un autobús a Atenas.

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Italia: De Venecia a Roma (28/07-03/08/2002)

Venecia

Nos alojamos en un camping en las afueras de la ciudad llamado camping Fusina, famoso por sus juergas nocturnas. La noche que llegamos nos fuimos al bar donde multitud de mochileros, sobretodo australianos, se emborrachaban y se lo pasaban en grande. Conocimos a un grupito de australianos que también viajaban en Busabout, aunque ellos se conocieron durante el viaje. Había algo que me llamó mucho la atención de los australianos y que les diferenciaba enormemente de los españoles, su desapego. Ambas nacionalidades se caracterizaban por ser abiertos y hacer migas con facilidad, pero mientras los españoles suelen quedarse siempre con la misma gente y sacrificar sus planes por seguir a su grupo, los australianos no tienen problemas en ir cambiando de compañeros de viaje para seguir sus planes. En muchos casos vi como se habían formados grupitos en Busabout pero un australiano no dudaba en dejar a su grupito si quería ir a un sitio donde el resto no fuera o hacer algo diferente. Los españoles a menudo dejan de hacer lo que quieren por seguir al grupo. No digo que esto siempre sea así en todos los casos, pero en general suele pasar bastante. También es cierto que los australianos no tienen problema en viajar solos mientras que son pocos los españoles que se aventuran a hacerlo.

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Austria I: Viena (24-26/07/2002)

Este iba a ser mi segundo trayecto del Busabout. Cogimos el autobús en Český Krumlov a la 1 de la tarde y llegamos allí casi de noche. Al llegar nos dijeron que no había sitio para todos en el albergue y ocho de nosotros nos tuvimos que ir a otro.

Al día siguiente nos cambiamos al otro albergue porque ya quedaba sitio. Por la tarde fuimos a dar nuestra primera vuelta por Viena. En la calle de tiendas nos encontramos a dos canadienses del Busabout y estuvimos con ellos el resto de la tarde visitando el centro de la ciudad.

Viena es la capital de Austria y está situada a las orillas del Danubio. Tiene una larga historia siendo una de las capitales más antiguas de Europa. La Unesco declaró su centro histórico como Patrimonio de la Humanidad y desde el S. XVI ha sido universalmente reconocida como la “capital musical de Europa”. El adjetivo que mejor la calificaría sería el de elegante.

Al día siguiente Julian y Richard alquilaron unos patines y yo conseguí una de esas bicis gratuitas que había en la ciudad. Así estuvimos recorriendo la ciudad sobre ruedas, fue divertido. Fuimos a Maria-Theresien Platz donde está el museo de Ciencias Naturales y de ahí a Heldenplatz donde está el palacio. Allí había muchos carros tirados por caballos donde se montaban los turistas. Fuimos a Stephansplatz donde estaba la Stephanskirche (catedral de San Esteban).

Más tarde fuimos al Stadtpark y seguimos el curso del río Danubio. Luego fuimos a cenar y así terminó nuestra corta estancia en Viena. Nos quedaron sitios sin visitar, pero a estas alturas del viaje yo estaba demasiado cansada como para estar pendiente de verlo todo de cada ciudad.

Al día siguiente no tenía plaza en el autobús de Busabout, digamos que hubo “overbooking”. Me tuve que ir en el tren hasta Salzburgo y allí me pude meter en el autobús porque se bajó gente. Nosotros no nos quedábamos en Salzburgo y nos íbamos directos a Venecia. Hubo una parada larga allí y aproveché para ver el albergue. Había gente viendo la película de “Sonrisas y lágrimas” en un salón. Bueno, de allí viene esa famosa película. Habría estado bien ver esta ciudad, pero teníamos que elegir y yo en ese momento prefería tener más días en Italia.

República Checa: Praga y Český Krumlov (19-23/07/2002)

Berlín-Praga: Mi primer trayecto en Busabout

El día 19 de julio me levanté temprano para coger el autobús Busabout del que tenía un pase para viajar durante todo el verano. Con aquel pase podía realizar diez trayectos de Busabout que yo podía elegir. Lo había comprado en Edimburgo y pensé que era la forma más cómoda de recorrer Europa, mejor que el interrail. Esta compañía australiana con oficina en Londres, ofrece interesantes circuitos por Europa con pases de distintas modalidades. Lo bueno es que es medio organizado pero no del todo, porque cuando te bajas en un sitio puedes quedarte una noche y seguir al día siguiente en el mismo autobús, o quedarte varios días y coger otro autobús diferente que venga otro día. Y la ventaja respecto al interrail es que por un poco más de dinero te llevan a la puerta del albergue (en mis relatos de viaje en Escandinavia donde estuve viajando con interrail contaba las palizas andando que nos metíamos para ir a algunos de los albergues, a veces una hora con la mochila a cuestas). Desde luego que ahora quería un viaje más relajado que el que tuve en Escandinavia y con Busabout podía hacerlo. Os recomiendo que visitéis su web: http://www.busabout.com/

Julian y Richard no iban a acompañarme en este trayecto ya que aún no habían conseguido su visado para la República Checa. Por eso viajarían al día siguiente a Praga en tren y me encontraría con ellos en el albergue juvenil. Durante nuestra estancia en Berlín Julian y yo habíamos terminado como pareja y ahora seguiríamos viajando unos días más como amigos, pero a partir de Italia continuaría mi viaje sola.

El autobús salió a las 8 de la mañana. Me senté al lado de una chica de Ecuador a la que intentaba hablar en español pero a menudo me salía hablar en inglés. Ella hablaba también casi siempre en inglés conmigo, no sé por qué. Al final opté por permanecer en silencio pues la situación me resultó extraña e incómoda.

Paramos en Dresden antes de dejar Alemania, y después en la frontera con la República Checa donde estuvimos más de dos horas parados porque un colombiano que estaba en el autobús tenía problemas con su visado. Ya en la República Checa paramos en Terezín, un pueblo donde había un ghetto judío durante la Segunda Guerra Mundial. En realidad su fortaleza sirvió de prisión temporal para los judíos que luego se enviaban a campos de concentración. Visitamos las celdas donde las tenían que eran muy pequeñas; era difícil no sentir tristeza al saber todo el drama que allí se vivió. Muchos murieron mientras fueron retenidos allí. Visitamos también un cementerio donde los enterraron.

Praga

Llegamos a Praga a las 18:30 y fuimos al albergue Arena. Las habitaciones tenían nombres de bandas y cantantes. Me pusieron en la habitación Bob Marley donde todos eran neozelandeses. No dormí mucho porque toda la noche me estuvo picando la piel, como si hubiera algún bicho en las sábanas. Al día siguiente los neozelandeses de la habitación me comentaron que les había pasado lo mismo. Se trataba de pulgas, algo que nunca antes me había pasado en ningún albergue ni hotel. Lo dijimos en recepción y tuvieron que cerrar la habitación para fumigarla. Nos cambiaron a una nueva habitación más grande donde había muchas literas, las Fugees.

Al día siguiente por la tarde, cuando Julian y Richard llegaron a Praga, me fui con ellos a caminar por Charles Bridge (Puente de Carlos), el más antiguo de la ciudad. Atraviesa el río Moldava de la Ciudad Vieja a la Ciudad Pequeña. Ya estaba anocheciendo cuando paseamos por allí. Más tarde fuimos a una discoteca de cinco plantas que estaba cerca y que al parecer era muy famosa en Praga.

Al día siguiente fuimos primero a la zona de tiendas, Václavské náměstí (Plaza de Wenceslao), que es centro cultural y comercial, situado en la Ciudad Nueva. Estuve mirando tiendas y me compré algo de ropa de verano que estaba barata. Por la noche salimos a un pub con un grupo grande de Busabout y luego a otra discoteca que me gustó menos que la del día anterior.

El último día en Praga, Julian y Richard se fueron a hacer una visita guiada en la ciudad, pero yo decidí caminar por mi cuenta porque era cara. Empecé en la Ciudad Vieja y de ahí fui a la Ciudad Pequeña, el barrio judío y el reloj astronómico del Ayuntamiento. De allí me fui a Charles Bridge, desde donde las vistas del castillo, la catedral y el río son fabulosas. Caminé a Powder Tower (Torre de la Pólvora), una de las puertas a la Ciudad Vieja, construida en 1475. De ahí fui a la calle Na Příkopě (famosa por sus cafés y tiendas) donde había quedado con Julian y Richard después de su tour. Con ellos fui caminado al Castillo de Praga, construido en el S. IX, que está considerado la mayor fortaleza medieval del mundo. Por último fuimos a la Catedral de San Vito, catedral gótica más antigua de Centroeuropa, pero estaba cerrada cuando llegamos.


Praga me había parecido una ciudad preciosa pero me faltó tiempo para ver todo y verlo bien. Supongo que tenía la mente en otro sitio y tampoco aprovechamos bien el tiempo. Espero volver en otra ocasión si tengo oportunidad.

Český Krumlov

El día 23 de julio, nuestro último día en la República Checa, decidimos ir a Český Krumlov, una ciudad situada en el sur del país, considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En el albergue conocimos un chico australiano que también se llamaba Julian que se quiso venir con nosotros. Decían que esta ciudad era como de cuento de hadas, muy bonita y medieval. Yo no había planeado ir hasta que me lo propusieron, y fue una muy buena decisión.

Para llegar allí tuvimos que coger dos trenes, un total de cuatro horas de viaje, y nos costó muy barato, unos 9€. Cuando llegamos a Český Krumlov fuimos al albergue del Busabout pero estaba lleno. Nos encontramos a un hombre por la calle que nos ofreció un apartamento en pleno centro a buen precio. Fuimos a verlo y nos pareció todo lujo: dos habitaciones, baño, servicio, cocina y salón, y muy bien amueblado. Nos lo dejó a 325 coronas por cabeza (unos 12€).

Český Krumlov es la antigua capital de la región de la rosa de cinco pétalos de los Rosenberg, la nobleza más rica e influyente del país. La construcción de la ciudad y su castillo comenzaron en el S. XIII, a ambas orillas del río Moldava. La ciudad presenta edificios con arquitectura medieval gótica, renacentista y barroca. Por la tarde estuvimos caminando por la ciudad y desde el puente pudimos disfrutar de las fabulosas vistas. También subimos hasta el castillo pero los jardines estaban cerrados y sólo caminamos por los alrededores.


A Julian se le ocurrió organizar una fiesta aquella noche en nuestro apartamento y a todo aquel del Busabout que se encontraba por la calle y a algún que otro turista, le invitaba a la fiesta. Decidí hacer unas tortillas de patata y compré todos los ingredientes para ello, pero cuando empecé a cocinar me di cuenta de que no había sartenes, sólo cacerolas. Conseguí hacerlas aunque con bastante dificultad. Julian se encargó de comprar la bebida. Se presentaron unas 20 personas a la fiesta y estuvimos haciendo los típicos jueguecitos de beber hasta las 2 de la mañana. Luego la gente se fue marchando a dormir, pero nosotros fuimos a dar una vuelta a ver qué ambiente había por ahí.

Alemania I: Berlín (13-18/07/2002)

Estocolmo-Berlín: Un viaje en autobús de lo más surrealista

El día 12 de julio llegué en un ferry de Turku a Estocolmo después de 9 horas de viaje nocturno. Qué bien estar otra vez en Estocolmo, aunque sólo fuera para unas horas. Ahora tenía que ir a casa de mi amiga Ana a coger el resto de mi equipaje que dejé allí. Por el camino conocí a un finlandés que también venía en el barco y que iba a hacer el interrail. Le conté el viaje que había hecho y el que iba a hacer. Definitivamente tenía que decir que los finlandeses eran los más simpáticos de todos los escandinavos, pues ya se me habían acercado varios a hablar, cosa que no me pasó con suecos ni noruegos (con daneses era difícil saberlo pues sólo estuve un día en Dinamarca).

Cuando llegué a casa de mi amiga Ana, allí estaba su novio Patrick (ella se había ido un mes de vacaciones). El se fue a trabajar y yo me puse a hacer muchas cosas como lavar ropa, ducharme, rehacer el equipaje, entre otras. Luego me fui a la estación de autobuses corriendo y cuando llegué me di cuenta de que me quedaban dos horas para que saliera mi autobús a Berlín, pues olvidé cambiar la hora de mi reloj al regresar de Finlandia.
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Finlandia: Laponia y la Región de los lagos (28/06-11/07/2002)

El día 28 de junio cogí un autobús a Rovaniemi a las 2 de la mañana en Cabo Norte. Acaba de terminar mi viaje de Noruega y ahora me adentraba en otro país escandinavo: Finlandia. Además hoy se cumplía un mes desde que empecé mi gran viaje por Europa; todavía me quedaban casi tres meses más hasta completarlo. De Rovaniemi iba a viajar a Oulu donde me esperaba mi amiga Saija, la finlandesa que conocí en Copenhague en el primer día de mi viaje. Iba a quedarme tres días en su casa a descansar después del agotador viaje de Noruega.

El viaje duraba quince horas y media, aunque en realidad no era tan largo sino que había numerosas paradas durante el recorrido. Ya a la media hora de salir tuvimos una de tres horas en un pueblo y cuando continuamos lo hicimos con un nuevo conductor. Se me pasó el viaje entre leer y dormir, pero sí echaba en falta tener algo de música para escuchar.

En una de las paradas me encontré con el finlandés que estaba en el autobús que cogí al Cabo Norte y nos pusimos a hablar. Me dio mucha información de sitios para visitar en Finlandia. Ahora estábamos atravesando Laponia pero no me bajaría ahora sino que volvería después de estar en Oulu. La razón de hacerlo así era porque Saija sólo me podía acoger en su casa en el fin de semana y además yo quería visitar Laponia más tarde con Åke, mi amigo noruego que ahora estaba en una boda en Suecia.

Yo tenía mucha ilusión por ver Laponia y por encontrarme con la cultura sami, pero Åke me dijo que no me hiciera ilusiones porque apenas siguen ya sus tradiciones y casi no se distinguen de los demás. Saija me diría más tarde lo mismo, pero yo todavía quería intentarlo. Es una pena que estén desapareciendo culturas tan bonitas y ancestrales como esta. Pero yo soy una idealista y sigo buscándolas en mis viajes, aunque a veces me encuentre sólo con sus restos.

Oulu

Cuando llegamos a Rovaniemi estaba lloviendo a mares, aunque durante el recorrido en autobús había estado soleado y cálido. Cogí el tren a las 18:30 y llegué tres horas más tarde a Oulu. Saija me esperaba en la estación, con la misma ropa que llevaba el día que la conocí en Copenhague. Me dio la bienvenida a su ciudad y entonces fuimos caminando hasta su casa.

Vivía sola en un estudio pequeño pero acogedor donde llevaba ya cinco años. Me preparó una cena buenísima con un helado de postre que nunca había comido antes (de plátano, melón y fresa). Dormí en un sofá cama que había allí, uno de los sitios más cómodos donde había dormido en las últimas semanas. Fue una suerte que conociera a Saija en Copenhague.

Al día siguiente me encontré con un desayuno espectacular que tenía de todo. Curiosamente no había café, lo cual me sorprendió porque en Finlandia se toma mucho. Saija me dijo que no le gustaba y prefería el té; igual que yo.

Mientras desayunábamos sonaba la radio. Aunque no entendía nada el idioma finlandés suena muy distinto de los otros escandinavos ya que tiene un origen totalmente distinto. Escrito se veía muy distinto también. De todas formas también tienen el sueco como segunda lengua oficial.

Oulu es la sexta ciudad más grande de Finlandia y la mayor de la mitad norte del país. Está justo donde limita Laponia con la región de los lagos. Saija tenía dos bicis y me dejó una para que fuéramos a recorrer la ciudad que estaba muy bien preparada para montar en bici. La verdad que era increíble la cantidad de gente que iba en bici, gente de todas las edades y condiciones. Apenas se veían coches por la ciudad, era una maravilla. Pedaleamos desde Merikoskenkatu donde vive Saija hasta la biblioteca, y de allí a la plaza del mercado donde había mucho ambiente. Había edificios antiguos de madera junto al puerto que ahora eran restaurantes. Allí compramos pan con pescado por dentro y queso pan (un queso muy fino que parece pan) y nos fuimos a comer a la playa. Luego fuimos a un parque con un estanque y fuentes llamado Kaupunginpuisto.

Por la noche me ofrecí a hacer la cena, y como no hice tortilla de patata que ya había cocinado para extranjeros en otras ocasiones. Después salimos a un nightclub y fuimos en bici. Lo curioso es que la mayoría de la gente iba así porque vimos muchas bicis aparcadas fuera. Había dos salas, una con pop finlandés (donde la gente se subía a bailar a las mesas y se colgaban de barras) y otra con música de baile internacional. A mí me gustó más la primera, por supuesto.

El lunes Saija trabajaba y yo me fui a dar una vuelta con la bici por la ciudad. Fui a la biblioteca, a la calle de tiendas, a la plaza del mercado,… y enseguida aprendí a orientarme en la ciudad. Por la tarde fui a buscar a Saija a la universidad para visitar el jardín botánico. La universidad es muy reconocida y está dentro de un parque tecnológico. El jardín botánico me gustó mucho, más de lo que esperaba. Después nos fuimos a casa a cenar. Así terminaba mi visita en Oulu, mi primer contacto con Finlandia.

Rovaniemi

El día 2 de julio cogí el tren a Rovaniemi donde había quedado con Åke para viajar juntos en Finlandia. Había viajado en autobús desde Umeå después de la boda de su primo en Suecia. Después de Finlandia él se iba a Polonia y Croacia, mientras que yo iría a Alemania. Le comenté cuál era mi plan de viaje en Finlandia y le pareció bien.

Primero visitamos Rovaniemi, capital de la provincia de Laponia, siendo la puerta de entrada de esta región. Está cerca del círculo polar ártico y es la casa de Papá Noel (Santa Claus Village). Alberga la Universidad de Laponia, muy reconocida en el país.

Visitamos el museo Arktikum, dedicado sobre todo a la historia de los samis y a la vida nórdica. Caminamos también por el centro de la ciudad, por la calle Koskitatu. Todavía nos quedaba hasta que saliera el autobús que cogeríamos a las 11 de la noche a Saariselkä, así que fuimos a caminar a un bosque cercano, Ounasvaara, que también tiene una pista de esquí. Llevamos la mochila a cuesta por no gastarnos dinero en la consigna que era un poco cara, así que la caminata fue dura. Subimos a una torre desde donde había unas buenas vistas de la ciudad. Después de estar allí nos fuimos a la estación de autobuses.

Saariselkä

A las 2:30 de la madrugada llegamos a Saariselkä y nos encontramos en medio de un pueblo vacío sin saber qué hacer. Buscamos un sitio donde dormir un rato y encontramos una mesa con bancos enfrente de un bar. Yo casi no podía dormir del frío que hacía y de lo incómodo que era, pero mi amigo como siempre no tuvo problemas en quedarse dormido. A las 4:30 decidí dar una vuelta por el pueblo y cuando regresé me puse a leer un rato. Hay que tener en cuenta que a esa hora lucía el sol como en pleno día. A las 6 de la mañana fui a dar otra vuelta mientras Åke seguía durmiendo.

A las 7 de la mañana desayunamos y nos fuimos a un hotel a dejar las mochilas. Desde allí iniciamos una ruta a la vista panorámica de Kaunispää. Nos decepcionó porque sólo era una pequeña colina con una cafetería; no se veía nada impresionante desde allí arriba.

Después fuimos al Parque Nacional de Urho Kekkonen, segundo parque nacional más grande del país. El terreno es bastante llano y está cubierto de bosque. Hicimos una ruta de 6 km pero a la vuelta Åke decidió meterse por un camino más largo porque teníamos tiempo de sobra. Al final perdimos el sendero y tuvimos que caminar campo a través. Es que este chico tiene que meterse siempre por lo más difícil porque si no se aburre. Nos pilló la lluvia por el camino. Después nos fuimos a esperar el autobús a Inari.

Inari y Tankavara

Cuando llegamos a Inari fuimos a un hotel barato que nos habían recomendado en la oficina de turismo (allí no había albergues). Nos duchamos, cenamos y a las 8 nos metimos a dormir porque estábamos rendidos después de la mala noche anterior.

Al día siguiente Åke se fue a correr y yo aproveché para dar una vuelta por el pueblo. No encontré muchos vestigios de la cultura sami ni nadie vestido con el traje típico. Sólo vi algunas casas de madera que fotografié pero no sé si son típicas. Se supone que aquella era una de las pocas aldeas samis que quedaban en Finlandia, pero no lo parecía.

Luego desayuné en el hotel y disfruté con la gran variedad y cantidad de comida que había: tortilla francesa, jamón, queso, cereales, zumos, café, té, leche, tostadas, etc. Comí tanto que también me sirvió de comida y hasta me pude preparar un par de bocadillos para luego.

En Inari estaba el museo Sami Siida y decidí ir a verlo para así saber un poco más de los samis. Dediqué más tiempo al museo al aire libre de casas tradicionales y lo demás lo vi por encima.

Cogimos un autobús a Tankavara y llegamos allí a las 14:30. Entramos en el centro de visitantes del Parque Nacional de Urho Kekkonen y allí nos dijeron que la mejor parte del parque estaba en un sitio que habíamos pasado poco antes en autobús, pero ya no podíamos volver atrás. Nos dieron un mapa con las rutas que se podían hacer allí cerca y nos metimos en un sendero de 6 km cubierto de tablas de madera. El terreno estaba como inundado y almohadillado, como de turbera, y el paisaje me pareció más bonito que el de ayer. A las 17:30 cogimos un autobús a Rovaniemi.

Tampere

A las 9 de la noche cogimos un tren nocturno a Tampere que está en el sur de Finlandia, y así ahorramos dinero en alojamiento. A las 6 de la mañana llegamos a Tampere pero me quedé sola a verlo porque Åke ya había estado allí antes y prefirió ir a Pori que estaba hora y media después.

Tampere es la tercera ciudad de Finlandia en número de habitantes, y la segunda área urbana más importante del con unos 300.000 habitantes. Tampere fue fundada por el rey Gustavo III de Suecia, el 1 de octubre de 1779, en el istmo entre dos lagos, Näsijärvi y Pyhäjärvi, y la ciudad queda dividida en dos partes por el rápido que fluye del primero al segundo.

Después de conseguir un mapa en la oficina de turismo, me fui a recorrer la ciudad. Primero fui al parque Koskipuisto que había junto al río Tammerkoski. Luego quería ir al parque Sorsapuisto pero no lo encontraba y pregunté a una señora mayor. La señora fue muy amable y me acompañó parte del camino mientras me contaba muchas cosas. El parque no era muy grande pero había un lago con muchos patos, gansos y cisnes, además de otras aves. Había también una especie de corral con gallinas, gallos y pavos. Junto al parque había un gran edificio, Tamperetalo.

Siguiendo la calle Vünikank llegué hasta la universidad, Yllopisto. A continuación cogí una calle que me llevó a la zona de Tammela donde había un mercado. De allí me fui caminando hasta Juhannuskylä donde está la catedral, Tuomiokirkko. Me pareció preciosa, quizás la más bonita que he visto en Escandinavia. Me llamó la atención un cuadro que había dentro de unos esqueletos vestidos de frailes regando unas plantas. Después fui andando a la calle principal de tiendas, Hämeenkatu, donde había mucho ambiente. Al final llegué hasta el parque Hämeenpuisto. Caminé hasta el extremo que está junto al lago Pyhäjärvi y después al otro extremo donde está el parque Näsinpuisto donde había una fuente muy bonita. Un montón de caminos se metían en el bosque y yo caminé un rato por uno de ellos. De ahí fui a la biblioteca donde había quedado con Åke a las 3 de la tarde.

Fuimos andando hasta Lappi, un bosque está al norte de la ciudad y de ahí al lago Järvensivu. Compramos algo de comida en un centro comercial que nos pillaba de camino. Dimos la vuelta al lago y el paisaje no me pareció para tanto. Empezó a llover y apenas paró en todo el rato. De vuelta en el centro nos metimos en un McDonald a comer algo, muy a mi pesar, pero era lo más barato que encontramos. Luego fuimos a la estación de tren a esperar nuestro tren a Kajaani que no salía hasta las 12 de la noche; fueron casi tres horas de larga espera.

Kajaani

En el tren tuvimos suerte porque el conductor nos dejó dormir en las literas gratis sin haberlas reservado con antelación. A las 7 de la mañana el revisor nos despertó para decirnos que estábamos llegando a Oulu y que allí podríamos coger un autobús gratuito a Kajaani.

El autobús nos dejó en Kajaani a las 10 de la mañana y caminamos al centro para buscar la oficina de turismo. Nos dieron un mapa para poder recorrer la ciudad. Había un mercado con mucho ambiente con un escenario con música en directo. También había una fuente y enfrente el edificio más antiguo de la ciudad, el antiguo ayuntamiento.

Después caminamos por la calle Linnankatu hasta el río Kajaaninjoki. Debajo del puente estaban las ruinas del castillo de Kajaani. Fue construido en el 1604 para proteger la ciudad de los ataques de los rusos. En 1716 los rusos destruyeron el castillo con explosivos y ahora sólo quedan las ruinas. Volvimos al centro y ahora estaban actuando unos africanos que tocaban los tambores y bailaban. Así estuvimos entretenidos hasta que saliera el tren en dos horas.

Varkaus

Teníamos que ir a Varkaus donde teníamos una reserva en el albergue y para ir allí teníamos que coger primero un tren a Pieksämäki. Nuestro tren estuvo parado una hora en una de las estaciones, así que llegamos tarde para coger el tren a Varkaus. Un revisor muy majo que no hablaba inglés nos consiguió un taxi gratis hasta Varkaus. Vaya con los revisores de Finlandia, nada tienen que ver con los de España que son tan secos y bordes.

A las 9 de la mañana me fui a correr. El albergue era una casa de madera en el campo de las afueras de Varkaus y había mucho sitio para correr. A las 12 nos fuimos de allí y nos sentamos en un parque hasta la hora del tren. A las 2 de la tarde cogimos el tren a Pieksämäki y de allí teníamos que coger un autobús a Savonlinna.

Savonlinna

A las 17:30 llegamos a Savonlinna (castillo nuevo), ciudad del sureste de Finlandia, en el corazón de la región de los Lagos de Saimaa. La ciudad fue fundada en el siglo XVII alrededor del castillo de San Olaf. Fuimos a un albergue bastante céntrico, en Vääräsaari. Después de dejar el equipaje en nuestra habitación, fuimos a dar una vuelta en una isla cercana, Sulosaari. Había un sendero que atravesaba un bosque de coníferas y las vistas del lago Haapavesi eran muy buenas.

De allí nos fuimos a caminar por el centro. En la calle Linnankatu había casas antiguas. Fuimos caminando por el puerto hasta llegar al Castillo Olavinlinna, fundado por Erik Axelsson Tott en 1475 en un esfuerzo para proteger Savonia y para controlar la inestable frontera entre el reino de Suecia y su adversario Rusia. Está en una isla y es la fortaleza medieval mejor conservada en Escandinavia. Después fuimos caminando a la catedral y de ahí al albergue. Nos encontramos con un chico español que había visto en el autobús y que estaba en la habitación de al lado. Era uno de los pocos españoles que había encontrado durante mi viaje en Escandinavia.

Punkaharju e Imatra

Por la mañana cogimos un autobús a Punkaharju donde queríamos ver la cresta (Punkaharju ridge) formada por el glaciar junto a un lago. Cuando llegamos al pueblo tuvimos que andar por la misma carretera por la que habíamos venido en el autobús para ver la cresta. Por allí se encuentran los árboles más altos de Finlandia. No vimos mucho porque nos tuvimos que volver para coger el tren a Imatra antes de llegar a la parte más impresionante. De todas formas llegamos con tiempo de sobra al pueblo porque se me ocurrió hacer auto-stop y paró un señor mayor que no hablaba inglés.

Cuando llegamos a Imatra tuvimos que andar 4 km hasta el albergue que estaba en un sitio privilegiado. Fue duro caminar allí con el equipaje a cuestas pero mereció la pena. El albergue estaba situado enfrente del lago Saimaa (el más grande de Finlandia) y en pleno bosque. El albergue parecía salido de un cuento de hadas y las habitaciones eran pequeñitas de madera pintadas de colores. El albergue lo llevaba una señora mayor que no hablaba inglés, la bruja del bosque, je, je. Caminamos alrededor del lago y por el bosque. Por la noche me encargué de preparar una tortilla de patatas para cenar y hasta la señora del albergue comió un poco.

Lathi

El día de hoy fue más que nada de viaje hacia Helsinki. Paramos en Lathi porque Åke quería ver unas pistas de esquí que allí había. Yo no estaba interesada en caminar más de una hora con la mochila a cuestas para ver unas pistas de esquí sin nieve, así que decidí esperarle en la biblioteca. Tenía tres horas para leer y usar internet.

Llegamos a Helsinki a las 6 de la tarde y fuimos al albergue. Me pusieron en una habitación con unas chicas alemanas que estaban viajando en Finlandia.

Helsinki

La ciudad de Helsinki me gustó desde que llegué a ella. Me pareció que tenía mucho ambiente y animación. La sitúo lugar después de Estocolmo de las cuatro capitales escandinavas que visité. El albergue también estaba bien y nada tenía que ver con el de Imatra, pues este era un albergue urbano situado en un piso. Había mucha gente joven de distintos países allí.

Helsinki es la capital y ciudad más poblada de toda Finlandia, situada a la orilla del Golfo de Finlandia. Fue fundada en 1550 por el rey Gustavo I de Suecia y la fundación de la fortaleza portuaria de Sveaborg hizo crecer su estatus.

Conseguimos un mapa con seis rutas por la ciudad en la oficina de turismo y decidimos hacer algunas de estas rutas. La primera ruta que hicimos empezaba en el Esplanade Park, uno de los sitios con más ambiente de la ciudad. Caminamos hasta la larga calle de Bulevarden, al final de la cual había un mercado. Seguimos y un punto de la ruta enlazamos con otra al encontrarnos con la catedral, St. Nicholas Church, un edificio impresionante y blanquísimo. Fue completada en 1852. También vimos el Teatro Nacional, que es el más antigulo de Finlandia.


Desde allí seguimos la ruta 1 dejando atrás Senatstorget, y pasamos por más edificios diseñados por el mismo arquitecto de la catedral, C.L. Engel, como son Council of State, la biblioteca de la universidad, etc. Al terminar la ruta 1, enlazamos con la ruta 6 sólo para visitar la catedral ortodoxa de Uspenski, construida en 1868. Después empezamos la ruta 5 que atraviesa parques como Brunnsparken y Gardesstaden. Al final llegamos a St. John’s Church, la iglesia más grande de Helsinki.

Entoces llegó el momento de despedirme de Åke que se iba esa misma tarde a Tallin en barco y de allí viajaría a Polonia y Croacia durante dos semanas solo. Yo iba a coger un tren a Turku, último lugar de Finlandia que iba a visitar. Llamé para reservar el albergue de Turku, y como todavía tenía tiempo hasta que saliera mi tren, decidí seguir caminando por Helsinki.

Decidí hacer la ruta 2 que me llevó al jardín botánico y al parque que rodeaba los lagos Djurgardsviken y Kajsanieniviken. Después crucé la vía del tren por un puente y llegué al lago Toloviken. Desde allí caminé al City Winter Garden con muchos invernaderos llenos de flores. Muy cerca estaba el estadio olímpico que fue completado en 1952 para los Juegos Olímpicos (con una capacidad de 40000 espectadores).

Entonces decidí enlazar con la ruta 3 sólo para visitar el Sibelius Park, que además de estar muy lejos, me decepcionó. Allí estaba el monumento a Sibelius, famoso compositor finlandés (un órgano y un busto). Se estaba haciendo tarde y tuve que coger un tranvía hasta el albergue. Allí cogí mi mochila y fui a la estación para coger el tren a Turku.

Turku
Tardé dos horas en llegar y después tuve que caminar 15 minutos hasta el albergue. En mi habitación había tres chicas, cada una de las cuales estaba viajando sola.

Al día siguiente me puse a leer lo que ponía mi guía sobre Turku mientras desayunaba. Se me acercaron tres chicos: un canadiense, un italiano y un francés, que hablaban un poco de español. Eran muy simpáticos y me aconsejaron que ver en Turku.

Turku está situada en la costa suroeste de Finlandia, a orillas del río Aura, y es la quinta ciudad más poblada del país. Es también la ciudad más antigua de Finlandia. No se sabe con exactitud cuando fue fundada, pero su historia documentada empieza en 1229, cuando el Obispado fue trasladado allí.

El centro histórico de la ciudad se encuentra junto a la catedral, cuya construcción fue empezada en el siglo XIII, y la antigua plaza mayor, en la que se encuentran la antigua Casa Consistorial y las casas de Brinkkala, Juselius y Hjelt, que albergan el Centro Cultural municipal.

El Castillo de Turku, cuya parte más antigua se remonta a finales del siglo XIII, está ubicado cerca del puerto de pasajeros. Aproveché para ir a la oficina de Viking Line y comprarme un billete para viajar a Estocolmo aquella noche en ferry. Me enteré de que podía viajar sin camarote, lo cual era más barato, y además me dieron un descuento con mi billete de Interrail (esto me lo dijo una chica de mi habitación, fue una suerte). Total que sólo pagué 16€, muy buen precio.

Volví al albergue para coger mi equipaje y me fui caminando al puerto a eso de las 8 de la tarde. Llegué empapada porque llovió todo el camino. Así me despedí de Finlandia, con mucha lluvia y mucho cansancio, pero me había encantado.

Noruega: De sur a norte (09/06-27/06/2002)

Siento que no pueda acompañar este relato de más fotos pero por entonces no tenía cámara digital y la mayoría de mis fotos las hacía en diapositiva con mi réflex analógica. Sólo he podido escanear algunas fotos que hice en papel. Es una pena porque tengo preciosas fotos en diapositivas de los maravillosos lugares que visité en este país de naturaleza desbordante.

Oslo

A las 6 de la mañana del 9 de junio llegué a la capital noruega y me senté a esperar en la estación de autobús porque todavía no estaba abierta la oficina de turismo. Estaba agotada pero tenía que poner a mi coco a funcionar leyendo la información de mi guía para saber lo que iba a hacer en Oslo los próximos días. Dos horas más tarde compré un pase de transporte para un día y pregunté cómo ir al albergue donde tenía la reserva. Tenía que coger el tranvía 15 para ir al albergue Oslo Vandrerhjem Haraldsheim y la parada donde me tenía que bajar era Sinsenkrysset, que estaba como a 15 minutos de Jernbanetorget, la plaza donde se encontraba la estación de tren.

Cuando por fin llegué al albergue eran eso de las 9:30 y aunque no me incluía desayuno ese día, me invitaron porque venía de lejos y había viajado mucho hasta allí. Yo agradecí la agradable sorpresa y comí un montón pues estaba hambrienta. Después preparé mi mochila y me dispuse a explorar Oslo. Lo primero que hice fue ir a la estación de tren para preguntar información de los trenes que tenía que coger en los próximos días.

Eran ya las 2 de la tarde cuando salí de la estación para ver Oslo. Hacía demasiado calor y el sol brillaba con mucha intensidad. Nunca me había imaginado este tiempo en Escandinavia. Decidí ir a las islas cercanas en ferry, ya que mi pase de 24 horas incluía este medio de transporte también. En la hora en la que fui porque estaban llenas de domingueros de playa (y además era domingo). Aquello parecía Benidorm pero a lo noruego. Primero fui a la isla de Hovedøya, la más cercana, que es tan pequeña que tan sólo tiene medio kilómetro cuadrado de superficie. Me puse a caminar por los bosques huyendo del barullo de la playa.

Una hora después cogí un ferry a la isla más lejana, Langøyene, que resultó peor porque apenas había bosque y todo era playa con domingueros. A la media hora ya estaba aburrida pero todavía quedaba para que viniera el ferry, así que me senté a la sombra de un árbol a leer. Cuando fui a donde se cogía el ferry había ya una cola de gente increíble. Llegó el ferry, se llenó enseguida y no pude entrar. A los 15 minutos llegó otro y también se llenó. A la media hora llegó otro y por fin entré, pero por entonces ya estaba cabreada, acalorada y cansada.

Para cuando llegué al centro no tenía muchas ganas de ver nada con el cansancio que tenía encima, pero me quedaba mucho por ver y no podía desaprovechar la tarde. Me arrastré a la calle principal llamada Karl Johans gate. De allí salía la plaza mayor (Stortorget) y la catedral (Domkirke) que no me parecía muy interesante. Por allí también estaban los edificios de la universidad y el teatro nacional. Al final de la calle estaba el palacio real y los jardines.

Luego fui caminando a la zona de Vippetangen (extremo sur de la península Akersneset), cerca de donde cogí el ferry. Allí estaban la Fortaleza y el Castillo de Akershus que fueron construidos en el 1299 por el rey Haakon V. Oslo fue fundada en 1048 por el rey Harold Hardråde. Fue convertida en capital de Noruega en 1314 por el rey Haakon V, primer rey en residir permanentemente en la ciudad. El castillo estaba cerrado así que caminé en el interior de la fortaleza.

Al llegar al albergue tuve un pequeño susto. Me encontré con todas mis cosas tiradas enfrente de la  recepción! Un señor oriental estaba allí quejándose de algo. Me acerqué para preguntar por qué estaban allí mis cosas tiradas y el señor me dijo que era el profesor de las chicas que estaban en mi habitación. Al parecer me habían puesto en la habitación equivocada porque mi cama era para otra de las estudiantes. El caso es que me pareció fatal que el señor tirara allí mismo todas mis cosas y se lo hizo saber; ni siquiera me pidió disculpas, qué mal educado! Me resultó curioso que un oriental fuera el profesor porque las estudiantes eran noruegas; quizás él fuera noruego de nacionalidad aunque no de raza. ¿Serán los noruegos tan poco amables?

Aquí no acaba la cosa porque cuando pregunté en la recepción por una nueva habitación me dijeron que no había más. Yo me enfadé y dije que había pagado, así que tenía derecho a una habitación. Al final me metieron en una que había al lado. Allí había dos amigas que vivían en Londres, una húngara y otra japonesa. Se quejaban de lo difícil que era para ellas encontrar trabajo allí por no ser de la Unión Europea y me decían que yo tenía mucha suerte de ser española. Aproveché para hablar un buen rato con ellas; lo necesitaba después de haber pasado todo el día sola.

Al día siguiente tuve otro susto. Llegué tarde al desayuno y me quedé sin él. El cocinero, de lo más borde, me echó de allí. Me quejé en recepción y conseguí que me dieran un poco de pan, queso y mantequilla, poca cosa pero algo es algo. Por ahora los noruegos me estaban decepcionando; esperaba que la situación mejorase más adelante.

Salí del albergue para seguir descubriendo Oslo. Hoy era mi último día allí ya que por la noche cogería un autobús a Bergen. El día estaba más frío y nublado que ayer. Cogí el tranvía hasta el centro y de allí fui al barrio de Granland para comprar una tarjeta de teléfono para llamadas internacionales (no pude encontrarla en ningún otro sitio). Era un barrio de inmigrantes, sobre todo musulmanes. De ahí me  fui a la ciudad medieval, el barrio de Gamlebyen, donde sólo vi las ruinas de una iglesia. También quería ir al parque de Ekeberg, zona verde pública más extensa de la ciudad, pero no lo encontré. Se supone que allí había grabados rupestres. Entonces me fui al jardín botánico que no era nada del otro mundo y de allí a pasear por el río que no me gustó nada. Me costó encontrar el centro de nuevo y de ahí me fui al albergue a comer.

Se puso a llover de nuevo y cuando paró cogí el tranvía para el parque Frogner que cuenta con más de 200 esculturas del artista Vigeland. Todas ellas representan figuras de personas en distintas posturas y gestos. Además el parque está lleno de zonas ajardinadas, estanques con patos y fuentes, y hay muchos senderos para pasear.

De allí caminé a la estación de metro de Majorstuen y cogí la línea 1 para Holmenkollen donde estaba la famosa plataforma de salto de esquí (deporte favorito de los noruegos). Desde allí había unas vistas magníficas de la ciudad y de los bosques de alrededor. Eso sí, no se me olvidará nunca la gran cantidad de escalones que tuve que subir. Al bajar de allí me pilló una terrible tormenta con rayos y todo. Tardé mucho en llegar al albergue porque el tranvía dejó de funcionar y ya casi pensaba que no llegaba a coger mi autobús a Bergen.

Tuve que ir a la carrera pero al final conseguí coger el autobús a Bergen que salía por la noche. Vaya paliza que me había pegado en Oslo de un lado para otro; ahora notaba el cansancio y enseguida me quedé dormida. Desde luego Oslo no resultó ser tan bonita como Estocolmo, pero es que Noruega deparaba otras sorpresas mucho mayores.

Bergen

A las 3 de la mañana me desperté y me encontré un paisaje impresionante. ¿Estaré soñando todavía? Montañas cubiertas de nieve y lagos por todas partes. El autobús iba por una estrecha carretera entre las montañas y daba la sensación de estar cerca de las cumbres. A esa hora ya había luz; en Escandinavia casi no existe la noche en verano. Yo ya no podía dormir más, estaba fascinada! El paisaje fue cambiando según bajábamos de altitud y la nieve desapareció para dar paso a cascadas que caían de las montañas y bosques por todas partes. Ahora había más luz y yo saltaba de un lado al otro del autobús para no perderme ni un paisaje. Bienvenidos a Noruega, el gran paraíso natural de Europa. Puede que su capital no sea gran cosa, pero su naturaleza es abrumadora, impresionante,… uff no hay palabras para describirla. De hecho Noruega está catalogada como número uno en Europa por la belleza de sus paisajes, y yo daba fe de ello.

Poco después tuvimos que cambiar de autobús y yo me enteré de casualidad porque se me ocurrió preguntar al ver que mucha gente metía las maletas en el autobús de al lado. Es lo que tiene no saber noruego, quizás el conductor lo dijo pero yo no me enteré. Había un chico que viajaba solo que también parece que le pilló desprevenido lo del cambio. Más tarde el autobús cruzó el agua en dos ocasiones dentro de un ferry. Esto es de lo más habitual en Noruega con tanto fiordo y lo pude experimentar más adelante en cada uno de los viajes que realicé por el país.

A las 8:30 llegamos a Bergen y cuando bajé del autobús vi otra vez al chico que viajaba solo. No sabía de donde sería pero desde luego que no era noruego. Estaba parado con la mochila sin saber qué hacer, así que se me ocurrió acercarme a preguntarle. Es lo que tiene viajar sola, que una se lanza mucho más a hablar con desconocidos, lo cual está genial para conocer gente nueva. Le pregunté si tenía alojamiento reservado y me dijo que no, así que decidimos ir a buscar un albergue juntos. Se llamaba Matías, tenía 21 años y era alemán (aunque por su aspecto no lo parecía, tenía más pinta de español). Había viajado desde Hanóver a Oslo en un camión sin pagar nada y quería viajar en Noruega en auto-stop, de lo contrario sería muy caro para él. No en vano, Noruega es uno de los países más caros de toda Europa. Pero yo tenía un plan para viajar muy barato por todo el país, más adelante veréis.

Nos recorrimos todos los albergues del centro, pero no había sitio en ninguno. En la oficina de turismo hicimos la reserva para uno que estaba en las afueras (a 4 km del centro). Dejamos las mochilas en una consigna y fuimos a recorrer la ciudad. Por la tarde iríamos al albergue. El día no era muy bueno pues no paraba de llover, pero al menos con Matías se me hizo más llevadero. Fuimos al mercado del pescado y allí conocimos a una española que trabajaba en un puesto. Había estado un año de Erasmus y se había quedado en verano a trabajar. Me dio a probar un poco del famosísimo salmón noruego y decidí comprar un bocadillo. Qué bueno que estaba.

Bergen es la segunda ciudad más grande de Noruega (después de Oslo), situada en el oeste del país. Es la puerta de entrada a los famosos fiordos noruegos y por ello también se ha convertido en el mayor puerto de cruceros turísticos del país. También es el principal puerto para transporte de mercancías. La actividad económica de la ciudad está muy relacionada con el mar y tiene un instituto de investigación marina que es el segundo más importante de toda Europa.

Pero es que además Bergen es una de las ciudades más bellas de Noruega. La parte antigua de la ciudad está en la parte norte de la bahía de Vågen. Es donde se encuentra el Bryggen, una serie de viejas casas de madera de principios del S. XVIII, producto de la reconstrucción de la ciudad tras un incendio en 1702, al estilo de los edificios medievales que estaban en el lugar antes del incendio. La iglesia de Santa María es el edificio más antiguo de Bergen, con alguna de sus partes construidas alrededor del año 1130. La catedral y la iglesia de la Santa Cruz también son medievales pero modificadas posteriormente. La Fortaleza de Bergenhus tiene gran número de edificios interesantes, sobre todo Haakon’s Hall (el salón del rey) de 1260 y la Torre Rosenkrantz. Estuvimos caminando por todos estos sitios hasta llegar a Haakon’s Hall aunque no llegamos a entrar allí.

Empezó a llover mucho y ya no se podía estar en la calle. Decidimos entrar en el museo de historia natural y visitarlo. Después nos tomamos un té y una muffin (por entonces era adicta a ellas) en una cafetería. Después estábamos demasiado cansados para seguir viendo cosas, así que decidimos ir al albergue. La ciudad nos pareció bonita pero el mal tiempo no nos dejó apreciar tanto su belleza.

Cuando llegamos a la parada de autobús vimos que no éramos los únicos que íbamos al albergue. Había muchos mochileros que también iban para allá. En el autobús conocimos a una chica polaca muy maja que nos contaba que había venido a Bergen para hacer un seminario durante dos semanas. Al llegar allí nos instalamos en nuestra habitación donde había mucha gente más. Matías y yo preparamos la cena en la cocina del albergue y luego cenamos con otros mochileros que estaban por allí. Lo pasamos bien y el ambiente era muy animado.

Flåm

A los 8 de la mañana del día 12 de junio cogí el barco que me llevaría a Flåm. Fueron 6 horas de viaje a través del fiordo más largo de Noruega y el segundo más grande del mundo, Sognefjord, que tiene una longitud de 204 km y una profundidad máxima de 1308 m. El viaje me encantó aunque el paisaje no me pareció muy impresionante hasta llegar al último tramo.

Conocí a dos gallegas muy majas, Carmen y Loli, y estuvimos hablando todo el camino. Les estuve contando sobre mi viaje y se quedaron alucinadas; supongo que este tipo de viajes en solitario durante varios meses no es lo más común entre los españoles. Me invitaron a un chocolate caliente y me dieron sus correos electrónicos para que les siguiera contando mis aventuras. No éramos las únicas españolas en el barco, había más y con algunos estuvimos hablando. En mitad del viaje cambiamos de barco y yo casi me fui tan tranquila sin la mochila grande, menos mal que a las gallegas se dieron cuenta y me lo dijeron. Se bajaron antes que yo y nos despedimos deseándonos feliz viaje.

Casi al final del viaje paramos enfrente de una cascada muy alta, en el Aurlandsjfjord, un brazo del Sognefjord. Al llegar a Flåm tuve como regalo el maravilloso paisaje del pueblecito enclavado en aquel valle tan impresionante. Lo primero que hice al bajarme del barco fue ir al albergue que eran cabañas de madera rodeadas de césped, en plena naturaleza. Después de dejar mi equipaje en mi cabaña, me fui a dar una vuelta. Fui caminando por la carretera que va a Aurland y luego me metí por un camino que me llevó a una antigua granja en Ottenes. Cuando volví al albergue me encontré a una chica canadiense en mi cabaña. Al parecer había venido a Europa para pasar un año viajando y trabajando. Estuvimos hablando mucho de viajes y yo le dije que visitar su país era uno de mis grandes sueños.

Al día siguiente cogí el famoso tren Flåmsbana a las 8:50 de la mañana. Este tren realizaba el tramo que va de Flåm a Myrdal, con un total de 20 km de recorrido. Es una de las líneas férreas con mayor desnivel del mundo e incluye varias espirales y 20 túneles (18 de los cuales fueron perforados a mano) en su recorrido. Se trata de una obra de ingeniería desafiante en la que se tuvieron que superar precipicios con ingenio. Se pasa de una altitud de 2 m en Flåm a 866 m en Myrdal. Desde las ventanillas del tren se pueden ver profundos barrancos, cascadas que bajan por laderas de montañas y granjas. Hicimos una parada en la cascada de Kjosfoss de 90 m de altura. Este es el punto más turístico del tren y en él se permite a los turistas bajarse para hacerse fotos con la cascada.

En Myrdal cogí el tren a Oslo y pasamos por la estación de Finse, la de mayor altitud en Noruega. Llegué a Oslo a las 14:30 y allí tuve casi tres horas de espera hasta que cogí el tren a Moelv, lugar donde empezaría mi siguiente etapa de viaje en Noruega, esta vez acompañada.

Moelv

La razón por la que iba a Moelv era porque allí iba a encontrarme con Åke, un noruego con el que me había estado escribiendo durante años y al que aún no conocía en persona. Se convirtió en mi “penfriend” a través de la asociación International Youth Service con sede en Turku (Finlandia). Por entonces no había internet y tampoco había tenido posibilidad de viajar ni de conocer extranjeros (debía de tener catorce años). Alguien me habló de esta iniciativa tan interesante y decidí apuntarme. Enviabas un dinero a una cuenta bancaria y ellos te enviaban direcciones de gente de los países que querías. Además de Åke, también tuve “penfriends” en Brasil, Italia, Alemania e Indonesia. Recuerdo lo bonito que era recibir cartas de distintos países que a veces venían con algún otro regalito en el sobre. Ay… aquellos viejos tiempos de las cartas escritas, qué lejos han quedados.

Cuando llegué a la estación de Moelv, allí estaba esperándome Åke, que estaba igualito que en la foto que me envió: alto, con pelo corto y gafas, y vestía con camiseta de manga corta y pantalón corto. Al principio los dos estábamos un poco cortados, pues aunque llevábamos años carteándonos en realidad éramos dos desconocidos, extraño, ¿verdad?

Me llevó a la casa de su familia que vivía en el campo cerca del lago más grande de Noruega, Mjøsa. Al llegar allí me encontré con sus padres y su hermana pequeña, e hicimos las presentaciones oficiales. Todos parecían muy tímidos y apenas hablaban. Yo intentaba sacar algo de conversación pero el único que me seguía un poco era el padre. Luego fui con Åke a cenar a la cocina; su madre había hecho unos pastelillos muy buenos. Åke era un chico muy serio y formal, supongo que es un carácter muy común entre los noruegos. No hablamos mucho durante la cena pero esperaba que cogiéramos más confianza con el tiempo. Dormí en la habitación de su hermano mayor que ya no vivía en la casa.

Jotunheimen

Después del desayuno se supone que íbamos a coger el autobús a Geiranger, pero en el último momento tuvimos una buena noticia, la madre de Åke nos dejaba su coche durante unos días. Salimos más tarde de lo previsto pues ahora teníamos tiempo. A la hora paramos en Vinstra donde vivía la hermana de Åke con su novio. Ella me hizo una foto con Åke porque a su madre se le había olvidado. Me dijo que si quería podía ir a la boda de su primo que se casaba en Suecia el 29 de junio haciéndome pasar por novia de Åke. Me pareció que la familia de Åke se estaba ilusionando demasiado conmigo pero de momento no quise darle mayor importancia.

Después de tomar algo proseguimos nuestro camino. Nos acercamos a la zona del país donde están las montañas más altas (altura por encima de 1900 m), en concreto al Parque Nacional de Jotunheimen. Por la tarde cogimos una carretera que llevaba a la montaña de Galdhoi; se trataba de la carretera más alta de Europa alcanzando una altitud de 1814 m. Después teníamos que andar hasta la cumbre de la montaña que tenía 2223 m de altura. Había mucha nieve así que no resultó tan fácil andar allí. Desde la cumbre se veían otras montañas, entre ellas la más alta de Noruega, Galdhøpiggen, con 2469 m. Con Åke iba a hacer mucho trekking en Noruega porque él era muy montañero y también esquiaba. Lo que sí me di cuenta ya aquel día es que él iba a un ritmo que a mí costaba seguir y no parecía preocuparse mucho de si yo podía seguirle.

Cuando bajamos de la montaña fuimos al pueblo de Lom donde se estaba una de las iglesias de madera medievales más grandes de Noruega. Fue construida en 1158 aunque fue ampliada en 1634, con la construcción de dos naves añadidas en 1667. Hay algunas inscripciones rúnicas dentro de la iglesia.

Continuamos conduciendo siguiendo el río Otta y ya sobre las 10 de la noche llegamos a las montañas de Strynefjellet, cerca de Geiranger. Había bastante nieve que iba desapareciendo según descendíamos en altitud. Paramos a pasar la noche en el camping Dalen.

Geiranger

Por la mañana temprano dejamos el camping para ir al pueblo de Geiranger, donde se encuentra el fiordo más bonito de Noruega. Åke participaba en un maratón y tenía que registrarse. Yo aproveché el tiempo que él estuvo corriendo en el maratón para ver el Naturpark, un parquecillo con figuras de trolls, gnomos y otras criaturas fantásticas. Hay que decir que Noruega es el país de los trolls, los cuales aparecen en muchos de sus cuentos y leyendas.

A las 5 de la tarde Åke ya estaba de vuelta del maratón y cogimos el ferry a Hellesylt cruzando el fiordo de Geiranger. El paisaje era impresionante, normal que fuera el fiordo más bonito del país. Había muchas cascadas y casas de granjeros en zonas muy escarpadas. Ya no vive nadie en ellas pero según dicen tenían que atar a los niños con cuerdas para que no se cayesen mientras jugasen. Parecía increíble que pudiera haber gente viviendo allí.

Cuando llegamos a Hellesylt seguimos conduciendo en dirección suroeste. Pasamos el lago Hornindalsvatnet, que con sus 514 m de profundidad es el más profundo de toda Europa. Åke quería ir a una montaña y fuimos por una carretera que llevaba hasta ella, pasando el pueblo de Randabyed. Decidimos pasar la noche en un bosque al lado de aquella carretera e ir al día siguiente a la montaña. Llovía mucho y yo me metí a dormir al coche, pero Åke decidió dormir fuera a pesar de la lluvia. Así son los noruegos, o por lo menos este.

Jostedalsbreen

Al día siguiente el tiempo estaba tan mal que no pudimos subir a la montaña. Condujimos por una carretera local que termina en el fiordo de Nordfjord y pudimos disfrutar de unas magníficas vistas. Luego fuimos a visitar el glaciar más grande de Europa continental, que es también un parque nacional, Jostedalsbreen (el cuarto más grande de Europa con 487 km² de superficie). Fuimos a uno de los brazos más famosos del glaciar, Briksdalsbreen, donde dejamos el coche aparcado y después anduvimos como una hora hasta el frente del glaciar. Había gente subiendo el glaciar con crampones y piolet, pero nosotros no tuvimos tiempo para eso; habría estado bien.

Después cogimos el coche de nuevo y estuvimos conduciendo todo el día, además de dos ferries que tuvimos que coger. Habíamos quedado con el padre y el hermano mayor de Åke en el pueblo de Stryn; al parecer habían estado haciendo senderismo por la zona. Åke me enseñó a decir “encantada de conocerte” en noruego que se escribe “hyggelig å møte deg” y suena algo así como “jigli metede”. Cuando me presentaron al hermano de Åke y a su novia, lo dije con la mejor de mis sonrisas. Se quedaron un poco perplejos y no me respondieron, sólo me dieron la mano, debe ser que no lo pronuncié muy bien. El padre de Åke me sonrió y me hizo alguna que otra foto cuando estaba desprevenida. Nos invitó a cenar y se despidió de nosotros. Ahora ya nos quedábamos sin coche porque se lo llevaba él. Nosotros nos montamos en el coche del hermano de Åke para ir a Ålesund, donde él vivía con su novia. Tardamos dos horas en llegar y tuvimos que coger un ferry.

Ålesund

Al día siguiente por la mañana cogimos un autobús a Ålesund ya que el hermano de Åke vivía en las afueras. Ålesund se emplaza en siete islas de la costa oeste: Hessa, Aspøy y Nørvøy, Oksenøy, Ellingsøy, Humla y Tørla. Fuimos a un parque desde donde había una vista panorámica de la ciudad. Después caminamos por el puerto.

Volvimos a la casa del hermano sobre las 2 y nos pusimos a comer. Después de descansar un rato, cogimos el coche y fuimos al sitio donde empezaría nuestra ruta por las montañas de Ålesund. Al poco tiempo de empezar a andar se puso a llover y apenas paró en toda la tarde. Enseguida acabé totalmente empapada pero parecía que íbamos a seguir hasta el final porque Åke no es de los que se desanima con el mal tiempo. A veces se salía del camino y se metía por sitios un tanto peligroso. Además el suelo estaba encharcado lo que dificultaba la caminata. En fin, toda una aventura. La excursión duró más de lo esperado y hasta las 9 de la noche no llegamos a casa.

Molde

A las 10 de la mañana del 18 de junio dejamos la casa del hermano de Åke para coger un autobús a Molde. Åke tenía que hablar con alguien allí para un trabajo. Yo aproveché ese rato para ir a la biblioteca a usar internet (era gratuito en todas las bibliotecas de Noruega). Después fuimos a dar una vuelta por Molde. Estuvimos andando por Storgata y junto al puerto. Después de pasar el estadio nos dirigimos al parque Riknesparken donde había una vista panorámica y de allí seguimos andando hasta la estación de autobuses.

A las 4 de la tarde cogimos un autobús a Trondheim, con ferry incluido, y llegamos a las 9 de la noche. Un amigo de Åke nos esperaba con su coche. Fuimos al centro a dejar las mochilas y después al centro a cenar. Åke había estudiado en la universidad allí y su amigo era un compañero de clase. Qué mejor que recorrer la ciudad con dos noruegos que la conocían bien.

Trondheim

Después de desayunar nos fuimos en coche a ver la ciudad. Después de ir a la estación de tren a dejar las mochilas, el amigo de Åke nos llevó a la catedral y allí nos despedimos de él. La verdad que en Noruega no estaba gastando mucho dinero en alojamiento, ya que casi siempre estábamos durmiendo en casas o en el campo.

Trondheim es la tercera ciudad más grande de Noruega y fue fundada a finales del S. X como un núcleo comercial por el rey vikingo Olaf Tryggvason, con el nombre de Nidaros. Durante la Edad Media fue brevemente capital de Noruega y sede arzobispal. Lo más importante de su patrimonio es la Catedral de Nidaros, obra maestra de la arquitectura gótica en los países nórdicos. Al parecer es el santuario nacional de Noruega y fue construida sobre la tumba de San Olaf. Se empezó a construir en 1070 pero fue reconstruida en varias ocasiones debido a varios incendios. Actualmente es una iglesia luterana, pero en la Edad Media fue un importante centro de peregrinación católico.

Después fuimos a caminar por la parte antigua de Trondheim y pasamos el Gamle Bybro, el antiguo puente de la ciudad, construido en 1681, pero ahora hay uno posterior, de 1861. La zona del embarcadero llamada “bryggen” tiene casas antiguas construidas a ambos lados del río Nidelva que datan del S. XVIII. Son de diferentes colores y encontramos otras similares en calles de alrededor. Desde el puente se puede ver la universidad con el edificio más antiguo que sobresale por sus torres. Esta universidad es una de las más grandes y reconocidas del país.

A la 1 de la tarde cogimos el tren a Steinkjer. Decidí comprarme el pase de interrail porque tendría descuento en autobús y ferries y además en Finlandia viajaría sobre todo en tren. Una vez llegamos a Steinkjer cogimos un autobús a Namsos y de allí otro a Brønnøysund, aunque antes paramos en Grong para cambiar de autobús, así que fueron tres autobuses y el último incluía un ferry.

Brønnøysund y Torghatten

Nos bajamos 4 km antes de Brønnøysund para pasar la noche en un bosque que conocía Åke. Después de cenar nos fuimos a dormir, yo en la tienda de campaña y él fuera debajo de un árbol (la tienda era mini, para una persona nada más y casi ni eso). Había muchos mosquitos, eso para empezar. La tienda estaba en pendiente y casi no podía dormir, así que salí fuera y allí estaba más cómoda. Más tarde se puso a llover y tuve que meterme dentro de la tienda. Intenté dormir pero me iba para abajo por la pendiente y fuera llovía a mares. Salí y entré varias veces y al final la tienda se acabó desmontando con lo que se mojó todo.

Ya no podía más y le dije a que nos fuéramos. Eran las 5:30 de la mañana aunque parecía más tarde (en realidad había amanecido horas antes). Nos pusimos a recoger para marcharnos. Tenía el saco, la mochila y la esterilla mojada; también los calcetines y las botas. Ahora me tocaba andar 4 km bajo la lluvia con todo el equipaje mojado a cuestas. El camino al pueblo se me hizo eterno; la mochila pesaba demasiado y la lluvia y el viento eran cada vez más fuertes. Intentamos hacer auto-stop pero nadie paraba. Al final me rendí a aquella situación y ya sólo andaba y andaba, no había otra opción.

Cuando llegamos a Brønnøysund eran las 7 de la mañana y nos enteramos de que podíamos coger un autobús a la montaña del agujero, Torghatten, en 15 minutos. Esa era la buena noticia del día porque no había muchos autobuses allí y podía habernos tocado esperar mucho. Dejamos las mochilas en un hotel y fuimos a coger el autobús. Éramos los únicos, a ver quién iba a estar tan loco de ir allí a esas horas de la mañana con ese frío.

Desde donde nos dejó el autobús tuvimos que andar media hora cuesta arriba para llegar a la montaña del agujero. Era curioso ver a través de aquel agujero excavado en la montaña el mar y unas islitas. El agujero, con una longitud de 160 m, una anchura de 35 m, y una altura de 20 m, se formó durante la edad de hielo escandinavo. Åke me dijo que aquella era la superficie de agua de mar más grande de toda Europa donde la profundidad era menor. Cruzamos el agujero al otro lado de la montaña. Los reyes de Noruega habían escrito inscripciones de su visita en la pared. Tuvimos suerte de no llovió en todo el rato que estuvimos allí.

Después de estar allí un rato caminamos de vuelta a la parada de autobús y otra vez empezó a llover. Vimos una furgoneta de turistas parada en el aparcamiento. Pocos minutos después se pusieron en marcha y yo me puse a hacer auto-stop. Tuvimos suerte de que pararon y nos llevaron al pueblo que estaba a 12 km de allí. Eran una pareja mayor de alemanes de Baviera que estaban viajando por Noruega. Hablamos mucho por el camino, eran muy simpáticos.

Ya de vuelta en Brønnøysund, recogimos nuestras mochilas y nos fuimos a esperar el autobús a Sandnessjøen que salía a las 12:50. Tuvimos tres horas de espera en las que yo me dediqué a comer y escribir mi diario de viaje.

Durante el trayecto de autobús, tuvimos que coger dos ferries. En Sandnessjøen tuvimos dos horas de espera hasta el siguiente autobús que nos llevaría a Mosjøen donde cogeríamos un tren a Bodø. Viajamos cuatro horas en el tren y el paisaje era impresionante: ríos llenos de agua, montañas surcadas de cascadas, en definitiva, agua por todas partes. A eso de las 10 de la noche vimos las señales que indicaban que estábamos adentrándonos en el Círculo Polar Ártico. De repente me di cuenta de lo lejos que estaba de casa, nunca había estado tan lejos ni tan al norte. Era una sensación extraña estar allí, era emocionante estar viviendo aquello.

Llegamos a Bodø a las 12:30 de la noche pero todavía era de día. Por suerte nuestro albergue estaba al lado de la estación. Después de pagar la habitación nos fuimos a dormir. Estaba agotada después del día tan intenso y la mala noche anterior, así que dormí del tirón y muy agusto.

Bodø

Se trata de la capital de la provincia de Nordland y fue fundada en 1816 como una ciudad comercial para los pescadores del norte de Noruega. Allí no vimos nada, simplemente cogimos un barco que nos llevaría a las Islas Lofoten. El ferry que pensábamos coger iba lleno así que cogimos este otro que tardaba más horas pero que era más barato. Lo primero que hicimos al subirnos fue comer y poco después empecé a notar tal mareo que tuve que tumbarme. Åke no se mareaba en absoluto; estos noruegos están hechos de otra pasta.

De verdad que jamás en mi vida me he mareado tanto en un barco como en este, era una cosa brutal. El mar estaba muy agitado y el barco, que no era muy grande, pegaba unos botes tremendos. Yo no pude levantarme del sofá donde me tumbé en todo el rato y tan sólo rezaba para llevar cuánto antes. El viaje duró 7 horas en total.

Islas Lofoten

Llegamos a las 23:30 a Moskenes y el mareo ya se estaba quitando afortunadamente. Conocimos más gente que iba también al pueblo de Å (sí curioso, pero el nombre completo es este) donde estaba nuestro albergue. Cogimos un taxi con ellos para que nos saliera más barato. Ahora estábamos en el surdeste del archipiélago.

Cuando fuimos a dormir brillaba el sol y lo peor es que no hay persianas, sólo unas cortinillas. Es curioso esto del sol de medianoche.

Las Islas Lofoten son un archipiélago y un distrito de la provincia de Nordland. Son islas de gran belleza, con montañas y mucha naturaleza vírgen. Al igual que casi toda la costa de Noruega, tienen numerosos fiordos en su geografía.

Cogimos un autobús en Å a las 8 de la mañana a la ciudad de Svolvær, la más grande de Lofoten. No tiene mucho que ver aparte de la plaza del mercado. Después de preguntar en la oficina de turismo, decidimos ir andando hasta una montaña cercana, subir hasta la cumbre y luego pasar la noche allí cerca. La montaña se llamaba Rundfjellet y tenía una altitud de 803 m. Para ir hasta allí tuvimos que caminar por la carretera y después por un camino que seguía los lagos de Svolværvatnet.

Dejamos las mochilas en la orilla del lago, comimos y nos dirigimos a la montaña que íbamos a subir. Åke se había comprado un mapa en la ciudad y en él no se veía ningún camino que llegara a la cima, así que teníamos que inventar la manera de subir. Åke me avisó que podría ser difícil y que quizás tendríamos que usar pies y manos para escalar. Me lo estuve pensando porque sabía lo cañero que era Åke en la montaña y que ayudaba poco en las dificultades, pero tampoco me quería quedar allí sola toda la tarde. Total que al final me decidí a ir.

Ya desde el primer momento era difícil, mucha pendiente y escalando por rocas o atravesando una tupida vegetación. Debo reconocer que pasé bastante miedo y me arrepentí en más de una ocasión de haber ido. Además allí no había nadie aparte de nosotros y yo no quería ni pensar que pasaría si nos perdíamos o si nos ocurría algo. Por fin llegamos a una zona más llana y de ahí ya se subía en zig-zag hasta la cumbre. El último tramo era más difícil y había nieve. Decidí no arriesgarme más y me quedé a esperar a Åke que sí quería llegar hasta el final. Le seguí con la mirada hasta que le perdí de vista y luego vino una espera que se me hizo interminable. Tardó bastante en aparecer y yo ya pensaba que haría si no volvía y como bajaría de allí sola si no sabía el camino. Menos mal que llegó sano y salvo y emprendimos el descenso. Llegamos a un tramo con mucha pendiente y mucha vegetación donde tuvimos que bajar sentados todo el rato. Fue una tortura, me tropecé a menudo con muchos hoyos. Luego llegamos a un denso bosque y de ahí al lago. Fuimos al sitio donde dejamos las mochilas y allí dormimos a la intemperie. Apenas pude dormir del frío que pasé.

Islas Vesterålen

El día 23 de junio cogimos un autobús en Svolvær al pueblo de Andenes, el municipio más al norte en la isla de Andøya, perteneciente al archipélago de Vesterålen. Se trata de un archipiélago que está al norte de las Islas Lofoten. Para llegar allí también tuvimos que coger un ferry. Fuimos al albergue que eran como casitas de madera y además tuvimos una habitación individual cada uno, con una cocina enfrente de las habitaciones. Me fui a dormir a medianoche, con un sol radiante afuera.

Al día siguiente fuimos al pueblo de Bleik porque era el lugar donde se cogían los barcos para ver las colonias de aves marinas de la isla de Bleiksøya, que tiene forma triangular. Allí está la mayor colonia de frailecillos de toda Noruega y yo no podía perderme aquello con lo que me gustan. El pueblo de Bleik es pequeñito y sólo tiene cuatro cosas, pero me gustaba más que Andenes.

Además Bleik tiene la playa más larga de toda Noruega y sus blancas arenas dan nombre al pueblo (“bleik” es blanco en noruego). Decidimos dormir allí aquella noche, así que escondimos las mochilas en un bosque cercano hasta que nos fuéramos a dormir. Estábamos a poco más de media hora del pueblo andando.

Después de comer me fui al pueblo a coger el barco para ver los frailecillos pero Åke no estaba muy interesado así que decidió irse a escalar una montaña cercana, como siempre. La excursión no era muy barata, 200 NOK (precio de estudiante), pero no podía irme de las islas sin ver algo de la fauna de la zona, sobretodo mis queridos frailecillos. En el barco había noruegos, suecos y alemanes, y yo la única española, como no.

El tiempo era bueno pero una vez que nos hicimos a la mar hacía frío y un viento insoportables. Efectivamente vimos muchos frailecillos, había 150000 viviendo allí, pero hubiera querido verlos más de cerca (como los vi en la excursión que hice en Farne Islands, en el norte de Inglaterra). Los vi volando y nadando en grandes bandos, y salían despavoridos cuando se acercaba el barco. Vimos otras aves como cormoranes y águilas marinas (creo que en español son pigargos) que se alimentaban de los frailecillos. Había hasta 50 parejas y salieron muchas volando cuando el hombre del barco golpeaba el casco con un palo.

Senja

Después de dormir en la playa de Bleik me desperté muy cansada porque apenas había podido dormir por el frío. El autobús no salía hasta las 11 así que nos fuimos a pasear un poco por la playa. Cogimos el autobús a Andenes y allí fuimos a la biblioteca para internet antes de coger el ferry que salía a las 12:30. El ferry nos llevó al pueblo de Gryllefjord, pueblo pesquero de la isla de Senja, una de las mayores del país situada en la línea costera de la provincia de Troms. No vimos ninguna ballena por el camino, y mira que no me aparté de la barandilla a pesar del frío.

En esta isla hubiéramos querido visitar el Parque Nacional de Ånderdalen, pero por desgracia el autobús nos dejaba a 30 km del parque, así que no había forma de llegar allí en transporte público. En Gryllefjord cogimos un autobús a Finnsnes, que al parecer era una de las ciudades más recientes de Noruega. Allí cogimos un “speed boat” (barca rápida) a Tromsø y llegamos en hora y media. Lo malo llegó después cuando tuvimos que caminar una hora cuesta arriba con la mochila a cuestas al albergue juvenil que estaba en las afueras.

Tromsø

Es la capital y ciudad más grande de la provincia de Troms, y la séptima en tamaño de Noruega. Es una ciudad cosmopolita y un importante centro comercial y comercial en Noruega, con una importante universidad y muchos festivales. La ciudad me encantó y me pareció una de las más bonitas que había visto en Noruega. La llaman el París del norte de Europa. Mi sitio favorito era la plaza del mercado con la estatua del pescador y las montañas de fondo. Allí me hice una foto.

Después de pasear por la ciudad cogimos un autobús para ir a las montañas cercanas. Estuvimos andando por un camino que cruza el valle pero no teníamos tiempo de subir la montaña. Al regresar hicimos compras, fuimos a correos y a la biblioteca para internet. Nos encontramos de casualidad a un americano que conocimos en el albergue de Andenes.

A las 4 de la tarde cogimos el autobús a Alta, con dos ferries durante el trayecto. El paisaje que vimos desde el ferry era espectacular y Åke me dijo los nombres de las montañas y fiordos por los que pasábamos. La verdad que era un lujo viajar con alguien que conocía también su país.

A las 22:30 llegamos a Alta y buscamos un sitio para dormir al aire libre. Nos metimos en un bosque pero había muchos mosquitos y así que acabé con unas cuantas picaduras.

Nordkapp (Cabo Norte)

Nos levantamos a eso de las 6 de la mañana para coger un autobús a Honningsvåg y allí cogimos otro a Nordkapp. Pasamos por el pueblo Skarsvåg que al parecer es el pueblo más al norte, a 14 km de Nordkapp. Nos bajamos antes de llegar a Nordkapp para hacer una ruta que nos llevaría al que realmente era el punto más septentrional de toda Europa y donde sólo se podía llegar andando.

Después de esconder nuestras mochilas detrás de un pequeño montículo empezamos a caminar. Nos esperaban dos horas de ida y dos de vuelta, pero teníamos tiempo suficiente hasta que llegara el autobús a Nordkapp, a las 20:45. El camino era fácil y estaba bien señalizado. El paisaje no era nada espectacular, muchas rocas y poca vegetación, todo bastante llano y con poco agua. Llegamos a las 14:30, habían sido dos horas exactas de peregrinación en silencio a lo más norte de toda Europa.

En realidad llevábamos días en aquella peregrinación, en total dos semanas hacia el norte de este país fascinante con la misión de alcanzar este lugar, el Cabo Norte. No podía creer que nos estuviéramos acercando al final del viaje de Noruega, después de tantos esfuerzos por ver lugares de sobrecogedora belleza sentía de verdad que mereció la pena.

Al llegar allí, Åke sacó su GPS para buscar el punto más septentrional y le indicó unas rocas que estaban al lado del mar. Allí bajamos y por fin podíamos decir que estábamos en el punto más septentrional de toda Europa. ¡Objetivo conseguido!

En el camino de vuelta vi muchos renos que andaban por allí sueltos y aproveché para hacer fotos. Al llegar a la parada de autobús de la carretera, nos encontramos a unas americanas que vimos en el albergue de Tromsø y un finlandés que habíamos visto antes en el camino. Estuvimos hablando con ellos por el camino.

Al llegar al museo de Nordkapp no sabíamos si entrar porque era muy caro. El problema es que si queríamos bajarnos del autobús teníamos que pagar y como quedaban tres horas para coger el siguiente, decidimos bajarnos. Por lo menos yo pagué el precio de estudiante de 100 NOK. Está claro que Noruega es un país caro; menos mal que nosotros fuimos en el plan más barato posible y durmiendo al aire libre siempre que podíamos.

El sitio estaba lleno de gente, sobre todo turistas más que montañeros. Yo después de haber estado en tantos lugares solitarios al aire libre durante el viaje no me acostumbraba a estas aglomeraciones. Después de visitar el museo, fuimos al famoso acantilado de 307 m de altura que es considerado oficialmente el punto más septentrional (aunque nosotros sabíamos que no era así). Allí nos hicimos la foto de rigor.

A las 2 de la mañana me subí a un autobús que me llevaría a Rovaniemi, en el norte de Finlandia. Åke tenía que viajar a Suecia para ir a la boda de su primo, así que de momento nuestros caminos se separarían, pero nos reencontraríamos días más tarde para seguir viajando juntos en Finlandia. Así terminaba mi gran epopeya en Noruega, el viaje más aventurero que había hecho hasta el momento. Fueron muchos los autobuses y barcos que tuvimos que coger para llegar hasta el Cabo Norte, y si no llega a ser por Åke que estuvo pendiente de cada detalle, no creo que hubiera podido. Me despedí mentalmente de aquel país al que esperaba volver algún día para seguir explorándolo; ahora era sin duda uno de mis países favoritos.